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Vía Cruces

Tus dulces ojos de llorar cansados;
tu boca, que ha olvidado la sonrisa;
tu corazón, que lleva la divisa
del que murió en Salem crucificado;
tu cabeza, que el golpe de la pena
trocó, de ala de cuervo, en nieve pura;
tus manos blancas; tu mirada oscura;
tu voz de llantos, de sollozos llena,
todo me dice a una
que andar no puedes más. Ven, llegaremos;
apóyate en mis hombros, que aún altivas
verán nuestras siluetas por la Vía;
nos falta poco ya, descansaremos
a la sombra del Roble, madre mía!
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