Gasta los 360 segundos libres de tu día ocupado para verme sonreir.
Gasta en mí los 4897 pasos que nos separan y ven para perdernos junto con la brisa de la noche y la luz de la luna que me permite ver lo perfecto que puedes llegar a ser. Ven para perdernos, porque ese siempre ha sido mi sueño y no perderte. Recorramos tus calles favoritas mientras hablamos de lo hermoso que es Venus y lo estúpidos que podemos llegar a ser. Piérdete conmigo una vez más, porque me encanta tu cara de preocupación al tratar de buscar una forma de regresar mientras yo solo río de ti. Regálame sonrisas después de peleas y hazme ver el universo a través de tus ojos. Haz que me pierda en tu constelación de lunares, en cada imperfección, en cada mechón rebelde que cae de tu cabello mojado, en cada marca de nacimiento.
Conviértete en mi país favorito, en mi calle favorita, en mi lugar favorito para así visitarte cada noche y hundirme en tus cálidos brazos mientras me das besos en la frente y me dices en la forma más hermosa que existe que me amas.
Abrázame a la mitad de la noche para asegurarte de que no me iré y marca mis clavículas para hacerle saber al mundo que soy sólo tuya y de nadie más. Llama a las tres de la mañana sin que tengas nada interesante que contarme y dime que la razón de tu llamada es sólo para escucharme hablar sobre el Sol y la Luna. Fuma conmigo uno de los diez cigarrillos que guardo para nosotros en una pequeña caja de porcelana grabada con el nombre de “Mercurio”. Aprende de memoria la cantidad de besos que tienes que darme para recorrer mi boca hasta llegar a mis muslos. Toca melodías en tu guitarra para mí y así ver lo maravillosa e increíble que es tu alma, canta para mí, baila conmigo debajo de la lluvia de Octubre y dejemos que se junten nuestras almas que tanto se aman al compás de la música.
Llora por mí, ruega porque esté un día más a tu lado, pide que no te deje sólo, gasta pañuelos para limpiar las lágrimas derramadas, toma una botella de vodka para olvidar que estoy ausente.
Veamos películas irlandesas un sábado por la noche mientras comemos pizza y tomamos té helado. Refúgiate en la manta que nos cobija o mejor aún: refúgiate en mi pecho.