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Prometeo

Hombres vaciados,
voces escondiéndose,
detrás de hojas de mármol.
 
Todo lo que sabes desaparece
y los años desvanecen,
en nuestras caras infantiles.
 
¿Por qué sentirse culpable ahora?
Estuve pensando mucho en mi alma
y sólo me traje más preguntas conmigo.
 
Y una vez más
estoy gastando el tiempo
con palabras inútiles,
pero arden demasiado.
 
Ahora llega el momento
en que la noche se vuelve día
y el mundo gira más rápido.
 
Yo me haré.
No dejaré ver
las manos pasar
por la garganta herida.
 
Promesas en rosas,
muertas en las puertas
del destino.
No significan nada
para quién no cree
en sí.
 
Entendí que lo que hay en mí
no es todo lo que tengo,
que aquello perdido
sigue estando en alguna parte,
ecos eternos
resonando,
en nuestros huesos.
 
Anhedonia vencida
al pie de las palabras.
El tiempo anhela
conocerme.
 
Llevo medallas
de mis lágrimas.
El dolor
madura,
en propio amor.
 
Miro en tu cara
mi reflejo.
Siento mi amor
sobre ti,
sobre mí.
 
Sos
luz.
Somos
nuestro Dios.
Pierdo memoria
y puedo recuperarla,
en necesidad de los momentos exactos.
 
Labios en calma.
Muerto en mi paz.
Esperar
sin sufrir:
Soy felicidad.
 
Agua respiro,
fuego descanso.
Eterno,
de piedra.
Ser atemporal.
 
Sin ser recuerdo,
colores sangran.
Todo es,
un azar.
Nada existe por sí.
 
Soy,
Tú.
Somos
un todo.
Seremos parte,
al momento de crear
el azar perfecto que incide los sentidos.
 
Cada vez más cerca
de lo que no fui,
por creerme destinado
a cespitar en el jardín,
con los ojos llenos de sangre.
 
Nunca diré nada,
que desgarre la fina piel
del dulce malestar
que sigue viviendo
sin poder morir.
 
No hay manera
de salvarme ni salvar.
Muerte:
Me haré esperar.
Esta noche
dormiré a tus espaldas.
 
Finalmente libre,
nada es secreto,
nada es sagrado.

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