Cargando...

Melodía del quizás

El día que me quieras dejaré de imaginarte
en los versos que no te digo,
y de frente podré contarte
aquel tímido silencio que guardé contigo.
 
Encontraré tu boca al cerrar mis ojos
y el tacto de tus labios me dirá enseguida
que ahí juntitos bajo el cerezo rojo
nace un lugar donde amamos la vida.
 
A primera vista no pasa por tu cabeza
que este incauto te observa y te admira,
en privado le tiembla su torpeza
y su cielo está en llamas cuando lo miras.
 
La noche que me quieras llevaré pequeña serenata diurna
y el abrazo que he querido darte
para aprisionar el reloj en tus manos nocturnas
y que nunca amanezca para siempre recordarte.
 
No voy a lograr explicarte
las ganas de ti que me abundan,
pero si algo claro puedo confesarte
es la bonanza de tu voz y tus ojos: rotunda.
 
“¿Cómo fue?” Tal vez me preguntes
y no sé bien qué contestaré,
pero antes de que mis nervios se junten
diré que de ti me enamoré.
 
De ti, de aquellos ojos verdes,
de la medicina tan inoportuna
que tu sonrisa guarda y hace que recuerde
tu cariño y cuidados llenos de fortuna.
 
¿Qué se siente que me gustes tanto, amor?
quisiera poder resumirte el amor en un beso
para que aquello que está en mi interior
te dé un poquito de lo que usted provoca de regreso.

Otras obras de Mauro Saucedo...



Top