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Velada del sábado

Marcha la luna trágica entre nubes de gasa...
sin que nadie las toque se han cerrado las puertas...
El miedo, como un lobo, pasea por la casa...
se pronuncian los nombres de personas ya muertas...
 
El abuelo las lámparas, por vez octava, prende...
se iluminan de súbito, semblantes aturdidos...
Es la hora en que atraviesan las alcobas el duende...
que despierta llorando, a los niños dormidos...
 
* * *
 
Como el aire se aroma con tu carne bendita
mi corazón comprende por el lugar que pasas,
omnipotente como la divina Afrodita,
entre una ola sutil de flores y de gasas.
 
Y al mirarte parece que miro a Anadyomena,
pues, como ella, el influjo de tu mirar, fascinas;
—sembradora impasible de mi angustia y mi pena,
por quien mi alma es un Cristo coronado de espinas—
 
* * *

(1914)

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