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Teresa: 67

Mi Teresa es española
y mi España es tereaiana;
vive mi alma siempre sola;
mi patria es la del mañana.
Aldonza hecha Dulcinea
vuelve a Quijano Quijote;
vivirá mientras se crea
que este mundo es un islote.
Y por querer creer vivo,
sabiendo que vivo en sueño,
y en mi sueño no concibo
que uno despierte en su empeña.
Soy de mi Teresa loco,
soy cuerdo de mi locura;
todo me parece poco
si es que esta vida no dura.
Viendo a mi Teresa en carne
sé que la carne es idea,
ni’ temo que la descarne
el mismo amor que la crea.
Sé que el fuego-nos da lumbre;
sé que la lumbre da brasa;
sé que el amor es costumbre,
que la costumbre no pasa.
Que es el mañana contino
en que vivimos soñando,
que es la cama del destino
en la que vamos pasando.
¡Dulce y regalado engaño
de no dejarse engañar,
en la vida el mayor daño
no es dar fin, es empezar!

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