#Españoles #Generación98
Desde siempre a nuestro amor trazaste en las estrellas su sino y es tu dedo creador. Señor, el que nos marca el destino… Nos has traído a la muerte
Eres tú mi poesía, eres tú mi creación, eres tú, Teresa mía, tronco de mi corazón. Tú me has dado Ja palabra
Alto soto de torres que al ponerse tras las encinas que el celaje esm… dora a los rayos de su lumbre el p… Sol de Castilla; bosque de piedras que arrancó la h…
Tu pobre dolido seno cuando lo abrías al sol, de luz y esperanzas lleno para quemar el veneno de la muerte, era un crisol.
No me preguntes más, es mi secreto… secreto para mí terrible y santo; ante él me velo con un negro manto de luto de piedad; no rompo el set… que cierra su recinto, me someto
Me miró tu hermanita con tus ojos esta mañana y sentí del amor nuevos antojos y de una vida nueva, nueva gana. Pero de pronto desperté a la cuent…
«Sí, sí sí, sí...» Era el susurro… de agua que va a la mar, el canto del arroyo al sol tendido… letanía de amar... «Sí, sí, sí sí...» Y de tris labi…
Eran dos medallones tallados en la… medio ocultos estaban por un manto… Ella y él enlazados por guirnalda… que, como una balanza, partía de l… de los ojos vacíos de calavera pur…
A la puesta del sol la cruz de leñ… que tu frente corona, sobre la hierba de tu campo santo va alargando su sombra. Es el reló del Sol de la otra vid…
Corral de muertos, entre pobres ta… hechas también de barro, pobre corral donde la hoz no siega… sólo una cruz, en el desierto camp… señala tu destino.
Con tus dedos ahuesados me persignaste en la frente para ahuyentarme cuidados que me nublaban la frente. Hoy cuando la frente inclino
«Cuando tú seas mía...»—te dije, y llevándote al pecho las manos te sentaste... «¿Qué es eso, Tere… «¡No es nada... el desmayo!» «Cuando tú seas mío...»—añadiste,
Es á la sombra del silencio santo bajo el silencio de la sombra augu… lánguidamente va volando el canto de una campana sobre la robusta rocosa serranía á la que el llanto
¡Aquella tu honda inspiración enfe… Alzábase tu pecho —tal una ola—por amor del aire, y era entonces tu huelgo sollozo silencioso y recojido;
El río claro de tu voz fluía tan sosegado y manso que era agua cristalina que corría en ¡brazos de un remanso En él se retrataban de tu pecho