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Montevideano que habla en alemán

A Mario Benedetti y Luz, por supuesto

Soy un marino sin puerto y sin acento,
sin luna,
sin los cabellos abriéndose ante el horizonte de los vientos.
Soy un marino, el marino de todos los orientales  
que buscan la aventura del amor fugaz.
No he podido encontrarlo.  No he podido encontrarlo.
He sido el marino que encontró el amor,
un amor fijo,  fijo en mi Luz montevideana.
Por eso en la pantalla hay un marino atildado,  
susurrando quizás a Heine.  
Un marino mirando a la mujer que está a su lado
porque extraña a la suya que es
una luz alegre de mar,
de los mares  del sur,  
ahora sin dueño.
Los poemas lanzados al océano  
y a los siete mares
hacen que este marino  
olvide el olor de los canteros  
en los balcones y su única  flor  
de flores sembradas en la memoria  
como aves de una calle en su barrio natal  
para entonces volver a pensar  
y pensar en la luna con su Luz Alegrey el poderoso vaivén del Río de la Plata.
No hay carne humana, no hay hueso humano,
no hay forma de mujer que no le traiga al marino peinado  
el perfume de aquel hospital donde, adolescente,  
ella puso sus labios sobre los suyos  
contaminados con una enfermedad mortal.
Soy un marino bajo el lente,
bajo todos los lentes  de Eliseo Subiela  
buscando trascender su imagen
y saltar la historia misma de un amor que perdura  
como el azul del mar frente a los balcones de Montevideo.  
Soy un marino enamorado de esta luz alegre  
en donde está la mía.
Soy un marino montevideano que habla en alemán  
sobre esta luz que no termina.

(2006)

#EscritoresCubanos 16 2006 Habana, La abril, de

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