Sal 91:1
Perdona padre a tu pecador, apiádate de su alma en muerte, para que en tu gracia puede verte y viva eterno en tu esplendor. Sin ti solo es un pecador,
1. La ironía del fuego, pesar de aquella sufrida niñez, consumida en el ego, hecatombe e idiotez, antítesis de libre sencillez.
A medias te quería, nada yo abrazaba, amor real negaba ¡tanto miedo tenía! Mira el ser humano
El invierno me acogió, miserable a como soy, me detesto y aborrezco porque nada me merezco; mucho menos ser feliz,
¿Cómo expando tu reino a mi hermano el pobre, que todo ha perdido y de ti se ha ofendido? Si tu me has consentido
¿Por qué hombre o mujer, te aferras al desdén? ¿Por qué amas desventura, negando a tierna fortuna? Ya terminaste a Gomorra,
Hoy me puse caprichoso, entendí qué es el ritmo: a los versos da buen tino, a mí me hace dichoso y al ego orgulloso.
¿Qué quieres de mi ansiedad? ¿Por qué tanto escarmientas? ¿Qué me haces recordar? ¿Por qué mi alma en pena? ¿Cuántos días pasarán,
1. Felicidad, un estado, estar quizá satisfecho, lograr el contento, terminar lo iniciado, o encontrarse amado,
¡Malamente pensaba!, realmente confundido, descanso en ningún lado hallaba, pero allá oscurecido tu fuego estaba;
Cuando aceptes Su Voluntad, no la tuya y menos mía, ni la de papá o mamá; algo en ti cambiará, y aquel firme malestar,
Miro cuantas prisas cargo, con tanto despertar y aún más por comenzar, aquí ando deambulando, verdadero amor buscando,
Hoy te quiero verdaderamente, sin ataduras y egos, me he librado del apego, de aquella premura en quererte. El cuerpo caprichoso engañaba,
Padre deseo estar contigo, de rodillas ante ti, disfrutando tu presencia, maravillado en vivir. Y este deseo flamante,
A qué me mandas a mirar señor mío, a donde quieres que tu ciervo vaya… revélate, obediente en ti confío, remueve esta cegante muralla. Guíame a través de este mar sombrí…