Cuando te digo que no te escribo y te castigo sin mi letra, te condeno al ignorarte y alejarte del poeta.

Más no es muy bueno apartarte de mí musa y mis sentidos, pues eres obra de arte que motivas mis inspiros.

Y son tus labios delgados los que ríen y hace la mueca, de esa risa nerviosa que delata tu alegría inmensa, al escuchar de mi voz directa unos cuantos versos sentidos, que se plasman sobre un papel y en susurro llega a tu oído.

Y aunque vives siempre ufanando que no eres mujer de poesía, cada día te vas sorprendiendo al ver en tus tardes vacías, que lo lúgubre de mi ausencia lo suples siempre pensando, que desde el día que llegue a tu vida cuando no estoy me estás extrañando.

Y aunque fuerces al destino a negarme así en tu historia, seré ese amor clandestino que guardarás en tu memoria, porque soy ese que piensas aunque no quieras pensarme.

Y soy ese hombre al que temes un día llegar a amarle.