Pablo Jaimes

ALMAS, ÁNGELES DORMIDOS

Hermosas líneas imaginarias

Al anochecer, en plena oscuridad se unen las constelaciones formando figuras hermosas, cuyo nombre a colocado el ser humano; aunque nada de nombres necesitan, ya que es el silencio de la noche lo que les da vida y su propia forma de llamarles “Almas, ángeles dormidos”.
Otra estrella en el cielo nocturno, mirando sin mirar un perpetuo vacío, Indicando un juego de líneas imaginarias.
Que estrellas tan venturosas son radiantes, son hermosas; tan maravillosas como un clavel y tan amistosas que me brindan su dulce resplandecer.
Déjame continuar este largo camino porque al final veré la luz de mi existir, luz de la verdad encendida en el tiempo. Entre todas las estrellas tú serás mi verdad, la más querida, la más deseada.

Constelaciones y estrellas de mi alma ustedes son mi verdad, ustedes son mi realidad. ¿Por qué vuestras miradas reflejadas en los astros tan llenas de tristeza, tan llenas de dulzura? ¡Oh soñador, escúchanos! ¡Escúchanos, poeta!; escucha tú, que en noches de oscuridad tranquila nos llamas, mientras tiemblan con ansiedad secreta la súplica en tu labio y el llanto en tu pupila. Escucha tú, poeta, que en noches estrelladas cual bajo augusto, descubres tu cabeza, y nos imploras, viendo que están nuestras miradas tan llenas de dulzura, tan llenas de tristeza.

Por siglos hemos visto a la Humanidad errantemente luchar, caer, alzarse... y en sus vanos anhelos volver hacia nosotros la vista suplicante, tender hacia nosotros las temblorosas manos; todo lo barre un viento de destrucción, y todo es humo, y todo es sueño, y todo es nada... y al final son todo vanidades. Es triste ver que la humanidad requiere de lo infinito, pero todo crece, combate, llora, declina y pasa, todo pasa, hasta la humanidad, pero ustedes bellos astros, bellas constelaciones, ustedes nos ven una y otra vez repetir este mismo proceso sin parar. ¡Oh poeta!, no nos llames duele tu lamento; poeta, no nos mires nos duele tu mirada. Tus súplicas, poeta, dispérsate en el viento; tus ojos, ¡oh poeta! se piérdete en la nada, deja todo en la ilusión de las estrellas.
¡No, estrellas compasivas! hay eco a todo canto; al decaer los pétalos, se esparce el perfume; y como incienso humano que abrasa un fuego santo, al cielo va el espíritu, si el cuerpo se consume. ¡Oh estrellas! en el prospero día, en la eterna noche, mas flotarán espíritus con triunfadoras palmas; y alumbrarán entonces la eternidad sombría, sobre cenizas de astros, constelaciones de almas.

Ahora te hablaré de los fuegos de las constelaciones que brillan por doquier con un orden fijo; y en primer lugar cantaré con la cara mirando al universo, acogiendo al sol alternativamente por un período de tiempo, cantaré también para los astros que luchan con el cielo, que girando en dirección opuesta, a todos ellos podrías contarlos en un cielo despejado, y gracias a ellos se puede conocer todo el plan del destino, de forma que lo más importante del universo es lo que ocupa su parte más alta.
Desde lo más alto del universo nos contemplan todos los astros, sin conocer el ocaso y cambiando en el vértice su posición a la dirección opuesta, al tiempo que hacen girar el cielo y los astros, un imperceptible eje desciende a través del helado aire y gobierna el universo, equilibrado gracias a sus polos opuestos.
En torno a este eje central gira la esfera estrellada, que hace rodar las órbitas etéreas, pero él, inmutable, a través del vacío del gran universo y a través incluso del globo terrestre se mantiene fijo en dirección a las dos Osas.

Antes en las constelaciones se leía, yo en las constelaciones sigo leyendo;  pero se han confundido dentro del alma mía, el alma de Pitágoras con el alma de Orfeo, que juntos también leían e interpretaban a los astros. Y un día con el calor de las brasas del sol y en la piel el pincel se deslizó dibujando un universo, en el seno que la maternidad nos dio, y con él la idea surgió que el universo se lleva en el corazón y que no importa en cuantas constelaciones nos perdamos mientras siempre se pueda regresar, las estrellas nos sonrieron y pronto otra vez lo harán. Las constelaciones son el camino que nos unen, por hoy y por siempre a ti y a mí que nos prometimos un amor y aun cariño, por bendición de nuestras estrellas, por bendición que nuestros astros juntos nos han trazado.

Caminando juntos, el camino más separado que tendremos, de la mano tu y yo, separados por siempre.

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