Llueve a cántaros pero no puedo escampar ni usar un paraguas para el aguacero de mi corazón.
A partir de hoy, las rosas que se dan en fechas especiales pueden ser para mí tanto memoria
Y es que ninguna obra de arte se compara con tus ojos, así como ningún asesino se compara a ti. Estoy muerta
Hoy te vi y no fui capaz de hablarte, ibas corriendo, bajando las escaleras, con la bufanda al viento.
Yo entiendo bien que quisieras estar conmigo (porque quién no), pero sé muy bien quien jamás estará contigo
Cambiaste de vida, de ropa, de casa, de ciudad y de amor:
Porque cuando no te busco Te encuentro Y cuando no pretendo encontrarte Te veo. Porque jugar a las escondidas
Siento tu cabello oscuro ahora en el viento diario, siento tus besos —el sabor de tus labios— en cada sorbo de chocolate.
Doce meses, un año Tratando de olvidarte. Once semanas, dos noches Pasando horas de insomnio. Diez días, tres almas
Si tuviera el amor que te di tal vez dejaría todo para saludar, escribiría sin miedo cartas, regalaría flores y chocolates. Si tuviera el amor que te di
Tus ojos merecen versos pero yo no soy poeta y me cuesta demasiado definirlos con letras, escribirlos con tinta,
Hace dos años un catorce de agosto se detuvo el tiempo en una estación. Por un accidente
A ti se te hizo difícil amar, a mí me costó olvidar, pero al final tu muerte es cuestión de esperar.
Tus ojos son un firmamento poblado de estrellas, un telón de teatro que oculta la gran obra, un repelente de depresiones,
Tengo la extraña habilidad de equivocarme en lo simple, de enamorarme de los errores, de tropezarme todos los días con la misma piedra de ayer.