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Domingo sin clemencia, semana con demencia

Horas muertas;
pasan inmaculadas...
y eyaculan nostalgia.
 
Las penas pesan
y me hunden en el fango
de una tarde lluviosa...
y soleada.
 
Siento la soledad de los poetas
y vivo con el miedo eterno
de acabarme las uñas de un mordisco,
de romperme los nudillos en coraje...
 
 
y como quisiera
un poco de hierva,
que me consuma por tres días.
Que me evapore...
hasta el siguiente jueves.
Que me mantenga inconsciente
cuando ella ya no esté...
 
que me deje caer
en su nube de desgracia
para encontrarme por fin
en la noche escura...
 
el día, en el que mis sentimientos
le bailen a la luna desequilibrados.
Como en un burdel
a media calle,
a media noche,
a media Luna,
a medias rotas...

(2015)

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