Sentirse querido es lo más peligroso que puedes imaginar, la intensidad del amor en tus entrañas sobre pasan la paciencia de tu corazón, los pulsos son cada vez más incontrolables y tu respiración no te ayuda, siempre suspiras profundo al recordar su rostro.
El peligro se gobierna de tu cuerpo y notas como tus manos comienzan a temblar al reproducir esa canción que escucharon juntos el día de ayer, tratas de calmarte y pensar la razón, pero su sonrisa no desaparece de tu mente, sus labios no desaparecen de tu piel, todas las imágenes están en tu contra y funcionan como muros sólidos que bloquean tu coherente realidad.