De Fuera del Juego, 1968
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Él no es el hombre que salta la ba… sintiéndose ya cogido por su tiemp… oculto en el vagón que jadea o que huye entre los terroristas,… hombre del pasaporte cancelado
Los que se alejan siempre son los… sus dedos aferrados a las grandes… donde las madres guardan los sueño… En los andenes y en los aeropuerto… lo observan todo
¡Al poeta, despídanlo! Ese no tiene aquí nada que hacer. No entra en el juego. No se entusiasma. No pone en claro su mensaje.
¿A quién doy realidad cuando bajo de noche la escalera y veo al impasible caballero —con su ojo gris de estaño— esperando, acechando?
Impulsado por la muchedumbre o por alguna súbita locura; vestid… de nosotros, con una tela a rayas (ya demasiado pálida); la cara lar… que no podría describir
El guardián de la torre de Spáskaya no sabe que su torre es de viento. No sabe
Di la verdad. Di, al menos, tu verdad. Y después deja que cualquier cosa ocurra: que te rompan la página querida,
Los viejos poetas, los viejos maes… duchos en el terror de nuestra épo… todos a morir. Yo sobrevivo, lo que pudiera calif… entre los jóvenes.
Hace tiempo te había prometido muc… poemas de amor y –ya ves– no podía… Tú estabas junto a mí y es imposible escribir sobre lo q… Lo que se tiene siempre es poesía.
El sol ha cedido en la sombra el mar encrespa de repente sus ola… Menea los manglares donde flotan cientos de garzas largas como preocupaciones
Niños: vestíos a la usanza de la reina Victoria y ensayemos a Shakespeare: nos ha enseñado muchas cosas. Sé tú el paje,
Que siempre exista tu cabeza a poca altura de la mía Una ciudad soltando pájaros bodas en fin
Los poetas griegos y romanos apenas escribieron sobre doncellas… Esto es cierto, MacLeish. Y ahí están sus poemas que sobrevi… con guerras, con política, con amo…
Se pueden ver a lo largo de toda… Verdes o rojos o amarillos, descas… y el sol, verdaderos paisajes de e… de guerra. El viento arranca los letreros de…
Ahí está nuevamente la miserable h… mirándote con los ojos del perro, lanzándote contra las nuevas fecha… y los nombres. ¡Levántate, miedoso,