A Pilar Zubiaurre
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En la torre amarilla, dobla una campana. Sobre el viento amarillo,
Bajo el naranjo, lava pañales de algodón. Tiene verdes los ojos y violeta la voz. ¡Ay, amor,
Hoy siento en el corazón un vago temblor de estrellas, pero mi senda se pierde en el alma de la niebla. La luz me troncha las alas
Este galapaguito no tiene mare; lo parió una gitana, lo echó a la calle. No tiene mare, sí;
De los cuatro muleros que van al campo, el de la mula torda, moreno y alto. De los cuatro muleros
Vi en tus ojos dos arbolitos locos. De brisa, de brisa y de oro. Se meneaban. No quise.
Tierra Las niñas de la brisa van con sus largas colas. Cielo Los mancebos del aire
La guitarra, hace llorar a los sueños. El sollozo de las almas perdidas, se escapa por su boca
Yo era. Yo fui, pero no soy. Yo era... (¡Oh fauce maravillosa
Teta roja del sol. Teta azul de la luna. Torso mitad coral, mitad plata y penumbra.
Ya viene la noche. Golpean rayos de luna sobre el yunque de la tarde. Ya viene la noche. Un árbol grande se abriga
Antonio Torres Heredia, hijo y nieto de Camborios, con una vara de mimbre va a Sevilla a ver los toros. Moreno de verde luna
Las estatuas sufren por los ojos c… pero sufren mucho más por el agua… Que no desemboca. El pueblo corría por las almenas r… ¡Pronto! ¡Los bordes! ¡De prisa!…
Eran tres. (Vino el día con sus hachas.) Eran dos. (Alas rastreras de plata.) Era uno.
Zarzamora con el tronco gris, dame un racimo para mí. Sangre y espinas. Acércate. Si tú me quieres, yo te querré. Deja tu fruto de verde y sombra