#EscritoresChilenos
La sal cogida de la duna, gaviota viva de ala fresca, desde su cuenco de blancura, me busca y vuelve su cabeza. Yo voy y vengo por la casa
En esta hora, amarga como un sorbo… Tú sosténme, Señor. ¡Todo se me ha llenado de sombras… y el grito de pavor! Amor iba en el viento como abeja d…
Tardo en pagar mis deudas. Pero e…
Cajita mía de Olinalá, palo—rosa, jacarandá. Cuando la abro
En el medio del llano, un árbol seco su blasfemia alarga; un árbol blanco, roto y mordido de llagas, en el que el viento, vuelto
Por que duermas, hijo mío, el ocaso no arde más: no hay más brillo que el rocío, más blancura que mi faz. Por que duermas, hijo mío,
La mesa, hijo, está tendida, en blancura quieta de nata, y en cuatro muros azulea, dando relumbres, la cerámica. Esta es la sal, éste el aceite
País de la ausencia extraño país, más ligero que ángel y seña sutil, color de alga muerta,
El mar sus millares de olas mece divino. Oyendo a los mares amantes mezo a mi niño. El viento errabundo en la noche
La bruma espesa, eterna, para que… me ha arrojado la mar en su ola de… La tierra a la que vine no tiene p… tiene su noche larga que cual madr… El viento hace a mi casa su ronda…
Ojitos de las estrellas abiertos en un oscuro terciopelo: de lo alto, ¿me veis puro? Ojitos de las estrellas,
Me encontré a este niño cuando al campo iba: dormido lo he hallado en unas espigas... O tal vez ha sido
Del nicho helado en que los hombre… te bajaré a la tierra humilde y so… Que he de dormirme en ella los hom… y que hemos de soñar sobre la mism… Te acostaré en la tierra soleada c…
Haremos fuego sobre la montaña. La noche que desciende, leñadores, no echará al cielo ni su crencha d… ¡Haremos treinta fuegos brilladore… Que la tarde quebró un vaso de san…
—A veces, mama, te digo, que me das un miedo loco. ¿Qué es eso, di, que caminas de otra laya que nosotros y, de pronto, ni me oyes