#EscritoresCamagüeyanos #EscritoresCubanos
Si nuestra pintura, en la expresión de sus trabajadores la aventura de unos cuantos hombres que han buceado en la realidad cubana ha alcanzado un “estilo” original que la identifica y d...
Aunque ungiste el umbral y ensaliv… no pudo penetrar, lamida y suave, ni siquiera calar tan vasta nave, por su volumen como por su lastre. Burlada mi cautela y en contraste
El sueño no: la pérdida. El blanco roedor, que ciega. Pierdo pie. Todo es compuerta.
Abierta, no, entrejunta. Esa ranura mira. Detrás de lo blanco, blanco.
Los prospectos turísticos siempre tienen razón. La prueba: esta frase, leída en un folleto rojizo, de tipografía brumosa: «Dejarás a Benarés, pero Benarés no te dejará. Algo en ti, aden...
El amor es decir: “Ven a mi casa y comparte conmigo la luz y la pal… Disfruta de mi paz, habla tu idiom… que es como el mío cuando tú lo ha… El amor es decir: “Ven a mi mesa
1. wax wing No hay silencio sino cuando el Otro habla
La presencia del poeta, del creador occidental en Oriente, no puede evaluarse, como se ha hecho con excesiva frecuencia, por su adhesión a una religión—casi siempre brahamanismo edulcor...
Corta, Changó con tu espada el alcohol, y haz que ese río crecido, no bien vacío, vuelva a su cauce y, saciada tanta sed, halle morada
¿Por qué el Oriente, en tus libros? La pregunta cae, metalizada en el auricular, como una moneda que rebota en la obscuridad y sigue, en el embaldosado, la diagonal del alfil. ...
La raya negra y el batello, el monte siamo tutti, el barco blanco sobre el agua blan… y la fijeza de los pájaros sobre la Salute.
Las galaxias parecen alejarse unas… considerables. Las más lejanas huyen con la acele… treinta mil kilómetros por segundo… próxima a la de la luz.
Caminando por siete mundos, Recostado a un silencio, Que no hay voz que lo rompa, Ni ser que lo divida, Inestable e inexacto,
Escritos en el suelo han quedado l… Y en los mosaicos de piedra roja el estampido de los rostros de oro… La humedad ha cubierto los frescos… En la escalera
El émbolo brillante y engrasado embiste jubiloso la ranura y derrama su blanca quemadura más abrasante cuanto más pausado. Un testigo fugaz y disfrazado