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Escrito: El Sueno de los Poemas callejeros

Se acerca Anna y me da un abrazo.

Qué pasa David que haces por aquí?

Es que tengo un nuevo trabajo, escribo poemas al por mayor,

Aqui hay más gente en la cuidad.

¿Y bien?

Muy bien. ¿Tú qué tal?

Me mira con cara de sorpresa y bofetada.

Susurra un tímido mal.

¿Cómo que mal? ¿Todo el rato mal? No puede ser.  

Ya tu pero es que las cosas están fatal contigo y encima la mierda de los policia secretos no me deja trabar ni para poemear libre.

Cabrones. ¿Quieres un café?

No gracias, me acabo de tomar uno, te dejo a lo tuyo.

Tan solo es una mala racha. Tiene que pasar. Se va y miro el flujo de personas con la esperanza de que alguno se atreva a cruzar el umbral de mi la poesía. Miradas, comentarios, sonrisas y gestos de aprobación. La que se acerca enseguida es la hija de David.  Es una niña de Ocho años con el pelo largo y cafe y que está mudando los dientes de leche.

Hola Hija

¿Hola Papa, qué haces?

Pues escribo poemas.

¿Me escribes uno?

No, ahora no que estoy ocupado.

Pero si no hay nadie.

Ya pero estoy pensando.

¿Y en qué piensas?

En muchas cosas.

¿Puedo escribir contigo?

No, porque la computadora explota si no sabes utilizarla.

Qué mentiroso Papa.

Es verdad, toca aquí.

La niña me mira escéptica y acerca temerosa, poco a poco, su diminuto dedo hacia la tecla del espacio. Cuando ya está a punto de tocarla… Booooooom!!!!!!! Susto.

Qué mentiroso, silba por sus huecos dentales entre risas. ¿Puedo escribir?

No, anda vete a dar una vuelta y déjame tranquilo que estoy trabajando por aqui.

Miro intemperie, caso con la nadie de las estatuas. Hojas que brillan, miles de espejos impacientes por reflejar su trocito de universo. Pasos zapatos. Pajaritos en el aire. Las hormigoneras calientan los versos que sellarán los ladrillos de tu nosotros.

Hola, qué tal, cómo funciona esto?

Alzo la cabeza y veo a un hombre y una mujer de mediana edad. Ella deslumbra una sonrisa incontenible, él se muestra curioso pero más reservado.

Esto es poesía instantánea. Tú me dices un tema o varias palabras, una impresión, una imagen, lo que quieras y yo escribo el poema en la computador en el momento.

Se quedan pensando unos segundos. ¿Cuánto cuesta?

Es una donación.

¿Entonces nosotros te decimos el tema?

Sí.

Ella mira hacia abajo buscando la inspiración que perdió al llegar. Él intenta ayudarla más extraño que otra cosa.

Ya, qué difícil, dice ella.

No te preocupes, tómate tu tiempo, suele pasar.

Mmmm, no se me ocurre nada, le dice a su compañero.

Emmm, murmulla él.

¿Las flores del verano?

¿Y los autobuses? responde él.

¿Los autobuses vacíos?, sugiero.

A ella se le ilumina la cara y asiente decidida. Los autobuses de flores.

Buen tema, me digo.

Comenzamos. Ya.

(2015)

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