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Mariano José de Larra

Mariano José de Larra y Sánchez de Castro (Madrid, 24 de marzo de 1809 – Madrid, 13 de febrero de 1837) fue un escritor, periodista y político español y uno de los más importantes exponentes del Romanticismo español. Es considerado, junto con Espronceda, Bécquer y Rosalía de Castro, la más alta cota del Romanticismo literario español. Periodista, crítico satírico y literario, y escritor costumbrista, publica en prensa más de doscientos artículos a lo largo de tan sólo ocho años. Impulsa así el desarrollo del género ensayístico. Escribe bajo los seudónimos Fígaro, Duende, Bachiller y El Pobrecito Hablador. De acuerdo con Iris M. Zavala, Larra representa el «romanticismo democrático en acción». Lejos de la complacencia en las efusiones del sentimiento, Fígaro sitúa España en el centro de su obra crítica y satírica. Su obra ha de entenderse en el contexto de las Cortes recién nacidas tras la década ominosa (1823–1833), y de la primera guerra carlista (1833–1840). Tras el temprano suicidio de Larra a los 27 años de edad, José Zorrilla lee en su entierro una elegía con la que se da a conocer. En 1908 algunos de los representantes de la generación del 98, Azorín, Unamuno y Baroja, llevan una corona de flores a su tumba, homenaje que significa su redescubrimiento y la identificación del grupo con el pensamiento de Larra y su preocupación por España. Referencias Wikipedia—https://es.wikipedia.org/wiki/Mariano_José_de_Larra

Manuel Navarro Luna

Manuel Navarro Luna (Jovellanos, Matanzas, 29 de agosto de 1894 - La Habana, 15 de junio de 1966), poeta y periodista cubano. Descendiente de una familia mambisa, cuando solo contaba con seis meses de edad fue llevado a la Ciudad de Manzanillo (provincia de Granma) por su madre Martina Luna, debido a la muerte de su padre Zacarías Navarro Pérez, capitán del ejército español que fue asesinado por sus propios compañeros de lucha pues descubrieron que apoyaba la lucha por la independencia de Cuba. Desde pequeño tuvo que abandonar la escuela e incorporarse a realizar varios oficios tales como: mozo de limpieza, limpiabotas, buzo, sereno y procurador público. La situación económica y política imperante le hizo tomar conciencia de la causa cubana por la libertad. Estudiaba para superarse en forma autodidacta. En 1915 se da a conocer en el mundo poético cuando publica sus primeros versos en publicaciones en las revistas manzanilleras Penachos y Orto. Navarro Luna fue director de La Defensa y de La Montaña. Además fundó una filial de la Asociación de la Prensa y la Biblioteca Pública José Martí. En 1919 publica su primer libro titulado Ritmos Dolientes. Se relaciona con la actividad revolucionaria cuando participa en un acto organizado por Agustín Martín Veloz en Manzanillo para recordar el Día Internacional de los Trabajadores. Allí eyó el soneto titulado Socialismo. En 1930 se une al Partido Comunista de Cuba y participa en actividades contra la dictadura machadista y la amenaza nazi-fascista que amenazaba al mundo por esos tiempos. Trabaja en la primera alcaldía comunista de Cuba encabezada por Paquito Rosales, donde realiza una destacada labor. Luego del triunfo revolucionario de 1959, integro las milicias nacionales y participa en la limpia del Escambray y en la victoria de Playa Girón. Aporta en numerosas publicaciones nacionales como: Revista de Avance Letras, Social, Renacimiento, Unión, Bohemia, La Gaceta de Cuba, Verde Olivo y Hoy. Obras principales * Corazón Abierto (1922) * Refugio (1927) * Surco (1928) * Siluetas Aldeanas (1929) * Cartas de la Ciénaga (1932) * Pulso y Onda (1936) * La Tierra Herida (1943) Referencias Wikipedia - http://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Navarro_Luna

Alfredo Arvelo Larriva

Alfredo Arvelo Larriva (1883-1934). Poeta, periodista y político venezolano, nacido en Barinitas (capital del municipio de Bolívar, en el estado de Barinas) el 25 de mayo de 1883, y fallecido en Madrid (España) el 13 de mayo de 1934. Figura destacadísima de la lírica venezolana del primer tercio del siglo XX, dejó una interesante producción poética que, influida en sus comienzos por la poderosa huella del Modernismo hispanoamericano, evolucionó hacia un post-modernismo de inconfundible sello original, marcado por la naturalidad, la espontaneidad, la acidez irónica y, en ocasiones, el tono abiertamente jocoso que no logra ocultar un indeleble poso de amargura. Gran parte de sus versos fueron publicados, de forma clandestina, bajo el pseudónimo de E. Lenlut, formado por las primeras letras del apodo que le pusieron sus amigos debido a que solía vestir siempre de negro (“El Enlutado”). Nacido en el seno de una familia en la que primaba el amor a las Letra y el cultivo de la creación poética—como habría de quedar patente no sólo en su trabajo literario, sino también en las obras de su hermana menor Enriqueta y de su primo Alberto Arvelo Torrealba—, recibió desde niño una excelente formación escolar, iniciada en su ciudad natal. A los doce años de edad, el joven Alfredo fue enviado a Caracas para que cursara allí sus estudios de Bachillerato, en los que ya dio muestras de una especial predisposición para la creación literaria. Poco después, ya en plena juventud, se dio a conocer como escritor por medio de los artículos periodísticos que publicó en diferentes medios caraqueños, donde pronto se distinguió por su acusada ideología revolucionaria y, en consecuencia, por su frontal oposición al régimen dictatorial del general Juan Vicente Gómez. Esta precoz iniciación en el ámbito del periodismo le permitió convertirse, a muy temprana edad, en una de las figuras más relevantes de la prensa venezolana, a la que aportó, como fundaciones propias, la revista Hoy Sábado y el rotativo El Otro. Además, en colaboración con el gran escritor, periodista e intelectual de Santa Bárbara Jesús Semprum fundó, en 1911, la publicación Sagitario, una de las revistas más interesantes del panorama cultural venezolano de la segunda década del siglo XX; y, al mismo tiempo, mantuvo una fructífera colaboración con otro hepdomadario, Lectura Semanal, dirigido por el poeta, novelista y ensayista José Rafael Pocaterra. Viajero infatigable desde su juventud, antes de ocupar este lugar preeminente en la prensa de su nación Alfredo Arvelo había recorrido con gran detenimiento una vasta región de la Amazonía, lo que le permitió conocer en profundidad el paisaje, las gentes y las formas de vida de ese impresionante territorio del Cono Sur americano. A su regreso de este largo viaje -que realizó, a los diecinueve años de edad, en compañía de un familiar suyo-, el futuro escritor se afincó de nuevo en las llanuras que le habían visto nacer, donde residió durante algunos años; posteriormente, emprendió otro largo y demorado recorrido por la región de Los Andes, al término del cual se instaló en Caracas y empezó a desplegar esa intensa y fructífera labor periodística descrita en el párrafo anterior. Su ya mencionada oposición radical al gobierno autoritario de Juan Vicente Gómez la acarreó muchos problemas tan pronto como se hizo con un nombre relevante entre los periodistas de Caracas. Así, fue detenido y encarcelado, por sus críticas al régimen, en Ciudad Bolívar, posteriormente sufrió también reclusión en Puerto Cabello; finalmente, después de haber pasado ocho años reducido a presidio -desde donde, de forma clandestina, lograba hacer llegar sus poemas a sus amigos, que los publicaban bajo el ya anotado pseudónimo de E. Lenlut-, fue puesto en libertad y, acto seguido, condenado a la pena de destierro. Así las cosas, en 1921 Alfredo Arvelo Larriva emprendió un largo recorrido por diversos lugares de América y Europa, uniendo a su innata vocación viajera su forzada condición de exiliado. Finalmente, llegó a España y se estableció en Madrid, en donde habría de permanecer hasta el final de sus días. Obra Aunque los versos de Arvelo Larriva se difundieron y leyeron profusamente de forma clandestina durante su estancia en su país natal, el escritor de Barinitas publicó, en vida, muy pocos poemarios. Su irrupción en el género poético tuvo lugar a mediados de la primera década del siglo XX, cuando dio a la imprenta la colección de versos titulada Enjambre de rimas (Ciudad Bolívar, 1906), una interesante opera prima claramente inscrita en esas coordenadas estéticas y temáticas del Modernismo que, a la sazón, estaban presentes en todas las literaturas de América y buena parte de la Europa occidental. Los primeros atisbos de la superación de esta estética modernista en la producción lírica de Alfredo Arvelo aparecieron en su segunda entrega poética, Sones y canciones (Caracas, 1909), obra en la que ya figuran claras notas de un postmodernismo caracterizado por el humor, la preocupación pre-vanguardista por los divertimentos formales y la estilización de la materia específicamente nacional (con ciertos toques de tenue criollismo). Finalmente, en sus publicaciones postreras—el libro recopilatorio titulado La encrucijada. Secuencias de otro Evangelio. Salmo a los brazos de Carmen (Caracas, 1922), y su último poemario El 6 de agosto (Caracas, 1924)—, Alfredo Arvelo había evolucionado hacia un tono amargo que, pleno de lucidez y atenuado, en parte, por su irrenunciable tendencia hacia el desenfado, reflejaba el desgarro y la soledad que le rodearon durante aquel duro período de cárcel y destierro. Los rasgos principales de esta última etapa de su producción lírica quedan perfectamente plasmados en su espléndido soneto “Plenitud” Hoy cumplo treinta años de mi vida, y doblo de la vida el Cabo de Hornos. Y la ruta sin altos ni retornos hacia el futuro va desconocida. Atrás quedó mi juventud, ¿perdida? Yo la maté: lo digo sin adornos. Yo la maté: lo digo sin bochornos. Así mata un amante a su querida. Pero no la perdí. Transfigurada, ella fue mi sostén en la jornada de tres mil días por la Selva Obscura. Ella me dio la paz que reverencio, flor de la soledad y del silencio. Y soy un buen doctor en amargura. Tres lustros después de la muerte del poeta de Barinitas, el Ministerio de Educación de Venezuela ofreció una interesante muestra recopilatoria de su producción lírica, publicada bajo el título de Sones y canciones y otros poemas (Caracas, 1949). Referencias mcnbiografias.com

José Lupiáñez

José Lupiáñez Barrionuevo (La Línea de la Concepción, Cádiz, 1955) es un poeta español. Pasa su infancia en El Puerto de Santa María, trasladándose más tarde a Barcelona, en cuya universidad comienza a cursar estudios de Filosofía y Letras, que termina en Granada con la especialidad de Licenciado en Filología Hispánica. En 1975 funda con el poeta granadino José Ortega la colección Silene, cuyo primer título será su libro Ladrón de fuego. Desde entonces ha dirigido la colección Ánade (1978) y participado en otras revistas (Letras del Sur, Travesaño, Divertimento, Educa, Trivium, Los Tiempos y más recientemente en los de Sureste, Humanística). OBRAS En verso * Ladrón de fuego (1975) * Río solar (Ánade, Granada, 1978) * El jardín de ópalo (Edascal, Madrid, 1979) * Amante de gacela (Zumaya, Universidad de Granada, 1980) * Música de esferas (Genil, Diputación Provincial de Granada, 1982) * Arcanos (Diputación Provincial de Córdoba, 1984) * Laurel de la costumbre (antología, Anade, Granada, 1988) * Número de Venus (colección "Campo de Plata", (Granada, 1996) * Égloga de la estación segunda: El verano, (Colec. "Ánade", Granada) * La luna hiena, (colección "Provincia", (Excma. Diputación Provincial de León, 1997) * Puerto escondido (publicado por el Centro de la Generación del 27, en su colección "Ibn * * * Gabirol" - Excma. Diputación Provincial de Málaga, 1998) * La verde senda (Colec. "Fenice", Huerga y Fierro, Madrid, 1999) * El sueño de Estambul (Colección "Granada Literaria", Ayuntamiento de Granada, 2004) * Petra (Ediciones Port Royal, Granada, 2004). * La edad ligera (EH Editores, Jerez de la Frontera, 2007) En prosa * Las tardes literarias (Mirto Academia, 2005) * Poetas del sur (Mirto Academia, 2008) Citas Yo también quiero ser como vosotros fuisteis alguien raro que escribe sus versos al olvido y al frente de sus libros deja, porque ha vivido unas pocas palabras como unas rosas tristes. Yo también quiero un pórtico, un principio, un preámbulo, un lugar donde quede que no amé, o que sufrimos, un lugar donde rece que sentí, que escondimos en las noches amargas ese miedo sonámbulo. (De Pórtico, en Número de Venus) Cargos * Miembro fundador de la Asociación Andaluza de Críticos Literarios * Director de publicaciones de Port Royal, Ediciones. * Ex-presidente de la Asociación Cultural Guadalfeo, Instituto de Estudios de la Costa Granadina y de las Alpujarras * Consejero de Honor del Instituto de Estudios Campogibraltareños * Miembro de la Academia de Buenas Letras de Granada Referencias Wikipedia—http://es.wikipedia.org/wiki/José_Lupiáñez José Lupiáñez nace en La Línea (Cádiz) en agosto de 1955. Su infancia transcurre en El Puerto de Santa María. Posteriormente se traslada a Barcelona en cuya Universidad comienza estudios de Filosofía y Letras, que acabará en la de Granada, licenciándose en Filología Hispánica. Desde muy joven comienza a colaborar como poeta y crítico en numerosas publicaciones españolas y extranjeras. En 1975 funda junto al poeta José Ortega la colección "Silene", que se inicia con su primer libro Ladrón de fuego (Universidad de Granada, 1975), obra de la que se han publicado otras dos ediciones: una en la colección "Cuadernos del Caballo Verde" de la Universidad de Xalapa (México, 1975) y otra en la colección "Ánade", que dirigió desde su creación en 1978, y que en una primera etapa codirigió con el también poeta José Gutiérrez. Ha participado en los consejos de redacción de diferentes revistas: Resurgimiento, Letras del Sur, Travesaño, Divertimento, Educa, Trivium, Los Tiempos y más recientemente en los de Sureste, Humanística etc. Fue coordinador junto a Mauricio Gil Cano de las páginas de Azul, Cuaderno de Cultura de El Periódico del Guadalete y de El Periódico de La Bahía. Coordinó desde 1996 a 1998 la sección de cultura del semanario El Faro, y en la actualidad colabora con asiduidad en Cuadernos del Sur, del Diario Córdoba. Su obra ha sido incluida en importantes recuentos y antologías, y traducida a varios idiomas. Ha participado además en numerosos libros colectivos y ha sido reconocido con diversos premios, tales como: el "Antonio Machado", el "Juan Ramón Jiménez", el "Luis de Góngora" y el I Premio Nacional de Poesía "Emilio Prados", entre otros. Hasta la fecha ha publicado (además del citado Ladrón de fuego): Río solar (Ánade, Granada, 1978), El jardín de ópalo (Edascal, Madrid, 1979), Amante de gacela (Zumaya, Universidad de Granada, 1980), Música de esferas (Genil, Diputación Provincial de Granada, 1982), Arcanos (Diputación Provincial de Córdoba, 1984) y la antología Laurel de la costumbre (Ánade, Granada, 1988), en donde se recoge una selección de su obra publicada hasta esa fecha, con algunos inéditos finales. En 1989 recibió una Beca de Creación del Ministerio de Cultura para escribir su libro Número de Venus, publicado en la granadina colección "Campo de Plata", (Granada, 1996). En ese mismo año también se edita la Égloga de la estación segunda: El verano, (Colec. "Ánade", Granada). En 1997 apareció La luna hiena, en la colección "Provincia", (Excma. Diputación Provincial de León). Con posterioridad han visto la luz : Puerto escondido, publicado por el Centro de la Generación del 27, en su colección "Ibn Gabirol" (Excma. Diputación Provincial de Málaga, 1998), La verde senda (Colec. "Fenice", Huerga y Fierro, Madrid, 1999); y más recientemente: El sueño de Estambul (Colec. "Granada Literaria", Ayuntamiento de Granada, 2004), Petra (Ediciones Port Royal, Granada, 2004) y La edad ligera (EH Editores, Jerez de la Frontera, 2007). En prosa ha publicado entre otros títulos Las tardes literarias (Granada, 2005) y Poetas del Sur (Granada, 2008), ambos en la colección “Mirto Academia”. Es miembro fundador de la Asociación Andaluza de Críticos Literarios y director de publicaciones de Port Royal, Ediciones. Fue presidente de la Asociación Cultural Guadalfeo, Instituto de Estudios de la Costa granadina y de las Alpujarras y, en la actualidad, es Consejero de Honor del Instituto de Estudios Campogibraltareños y miembro de la Academia de Buenas Letras de Granada. Referencias http://www.joselupianez.com/

Julio Alonso Llamazares

«La poesía de Julio Llamazares es naturaleza, sueño y recuerdo» Julio Alonso Llamazares es un escritor y periodista español que nació en el desaparecido pueblo leonés de Vegamián el 28 de marzo de 1955, donde su padre Nemesio Alonso trabajaba como maestro nacional poco antes de que la localidad quedase inundada por el embalse del Porma. Aunque nació accidentalmente en Vegamián, su familia procede del pueblo leonés de Mata de la Bérbula (también llamada La Matica), ubicado en la cuenca del río Curueño y cuya descripción está recogida en su libro de viajes El río del olvido. Tras la destrucción del pueblo de Vegamián se muda con su familia al pueblo de Olleros de Sabero, en la cuenca carbonífera de Sabero. La infancia en ambos pueblos marca, en adelante, parte de su obra. Licenciado en Derecho, abandonó el ejercicio de la profesión para dedicarse al periodismo escrito, radiofónico y televisivo en Madrid, donde reside actualmente. En 1983 comenzó a escribir Luna de lobos, su primera novela (1985), y en 1988 publicó La lluvia amarilla. Ambas fueron finalistas al Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Narrativa. Otra obra suya es Escenas de cine mudo, de 1994. Géneros en su obra: La literatura de viajes: El río del olvido (1990. Es la narración del viaje que había realizado a pie por la ribera del Curueño durante el verano de 1981), Trás-os-montes (1998) y Cuaderno del Duero (1999. Crónica del viaje a lo largo de las provincias que recorre el río y que nunca concluyó). El ensayo: El entierro de Genarín (1981) y Los viajeros de Madrid, (1998) El artículo periodístico: algunos recogidos en libros como En Babia (1991) y Nadie escucha (1993), donde ha demostrado que “el periodismo es otra faceta de la literatura, también forma parte del afán de contar”. La obra de Julio Llamazares se caracteriza por su intimismo, el uso de un lenguaje preciso y el exquisito cuidado en las descripciones. Un claro ejemplo es su obra El cielo de Madrid, publicada en el año 2005. Julio Llamazares afirma que su visión de la realidad es poética. Su forma de escribir está muy pegada a la tierra, podríamos decir que es un escritor romántico en el sentido original, que es el de la conciencia de escisión del hombre con la naturaleza, de la pérdida de una edad de oro ficticia porque nunca ha existido. OBRAS Narrativa * Luna de lobos (1985), novela * La lluvia amarilla (1988), novela * Escenas de cine mudo (1994), novela * En mitad de ninguna parte (1995), relatos * Tres historias verdaderas (1998), relatos * El cielo de Madrid (2005), novela * Tanta pasión para nada (2011), relatos * Las lágrimas de San Lorenzo (2013), novela. Finalista del Premio de la Crítica de Castilla y León. Poesía * La lentitud de los bueyes (1979) * Memoria de la nieve (1982) Ensayo * El entierro de Genarín: Evangelio apócrifo del último heterodoxo español (1981). * En Babia (1991), artículos de prensa * En mitad de ninguna parte (1995), artículos de prensa * Nadie escucha (1997), artículos de prensa * Los viajeros de Madrid (1998), artículos de prensa * Modernos y elegantes (2006), artículos de prensa * Entre perro y lobo (2008), artículos de prensa * Viajes * El río del olvido (1990) * Trás-os-montes (1998) * Cuaderno del Duero (1999) * Las rosas de piedra (2008) * Guiones cinematográficos * Retrato de un bañista (1984) * Luna de lobos (1987) * El techo del mundo (1995) * Flores de otro mundo (1999) Antologías * Antología y voz: El búho viajero (2007) Premios * 1978: Premio Antonio González de Lama. * 1982: Premio Jorge Guillén. * 1983: Premio Ícaro. * 1986: Finalista Premio Nacional de Literatura. * 1988: Libro de Oro de la CEGAL. * 1989: Finalista Premio Nacional de Literatura. * 1992: Premio de Periodismo El Correo Español-El pueblo vasco. * 1993: Premio Nonino. * 1994: Premio Cardo D´Oro. * 1999: Premio de la Semana Internacional de la Crítica en el Festival Internacional de Cannes. Referencias Wikipedia—http://es.wikipedia.org/wiki/Julio_Llamazares

Ignacio de Luzán

Ignacio de Luzán Claramunt de Suelves y Gurrea. (Zaragoza, 28 de marzo de 1702 - Madrid, 19 de mayo de 1754) fue un escritor y crítico español, principal teorizador de las ideas del Neoclasicismo en España. Nació en el seno de una familia noble, pero quedó huérfano a los cuatro años y tuvo que trasladarse a vivir con diversos familiares, primero en Barcelona con su abuela (1706) y luego en Palma de Mallorca (1715) con un tío por parte de madre que era eclesiástico. Viajó de joven con él por Italia, estudiando en Milán y en la Universidad de Catania, donde se graduó en Filosofía y se doctoró en Leyes en 1727. Dos años después, muerto su tío, marchó a Nápoles para vivir con su hermano, que era Conde de Luzán y gobernador del Castillo de San Telmo y allí conoció a Gianbattista Vico, del que fue discípulo. A su vuelta a España en 1733 se estableció en Monzón (Huesca) como administrador de la hacienda de su hermano, con periódicas visitas a Huesca, y se encuentra con un país prácticamente desconocido tras su largo periplo italiano. Bajo esta impresión escribirá y editará la primera edición de su famosa Poética (1737). En 1741 fue elegido miembro honorario de la Real Academia Española y al año siguiente supernumerario de la de la Historia, para ingresar al fin en esta 1745. También fue académico de la de Bellas Artes de San Fernando. Muy influido por la Ilustración que había conocido más en Italia que en España, estuvo siempre próximo a la Corte y fue nombrado secretario de la embajada de España en Francia entre 1747 y 1750; al año siguiente relataría esta experiencia en sus Memorias literarias de París. Esta estancia de tres años fomentó en él los modos y gustos de la Corte francesa, especialmente en la literatura. A su regreso ocupó otros varios cargos oficiales, como el de tesorero de la Real Biblioteca y fue miembro de la Academia del Buen Gusto. Fue nombrado como miembro de la Academia de Buenas Letras de Barcelona y murió prematuramente el 19 de mayo de 1754. Obra Luzán es conocido sobre todo por su monumental tratado sobre teoría literaria, La Poética o reglas de la poesía en general y de sus principales especies, que si bien salió en 1737 se mostró definitivamente influyente en una segunda edición en 1789, póstuma e impresa por Eugenio de Llaguno y Amírola, corregida y aumentada. Esta segunda edición acentuaba los rasgos neoclásicos de su estética suprimiendo muchos de los numerosos elogios a la literatura del Siglo de Oro de la primera y ha sido considerada el modelo teórico de la poética neoclásica en la literatura española y sin duda el más influyente en el siglo XVIII. La obra se divide en cuatro libros. El primero trata sobre el "Origen, progresos y ciencia de la Pôesía". El segundo, sobre la "Utilidad y deleite della". El tercero sobre "Poesía dramática" y el cuarto y último sobre "Poesía épica". Para él poesía es Imitación de la Naturaleza en lo universal o en lo particular, hecha en verso para utilidad o para deleite de los hombres, o para uno y otro juntamente No admite la poesía en prosa y la belleza es para él como "una luz y resplandor de la verdad que, iluminando nuestra alma y desterrando de ella las tinieblas de la ignorancia, la llena de suavísimo placer". Si la poesía no alecciona, no tiene razón de existir, porque la moral es la única verdad, así que el fin de la poesía existe, y es docente y moralizador, para depurar de las insanas pasiones o bien para enseñar las virtudes cívicas y morales necesarias a toda buena sociedad. El fin de la poesía, pues, coincide con el de la Filosofía Moral y no es independiente de la misma. Nada hay más lejos de su pensamiento que l'art pour l'art. El criterio del arte neoclásico, claro pero idealizadorñ, es "el buen gusto". También es esta obra una crítica del teatro clásico español del Siglo de Oro (más en la segunda edición que en la primera): es partidario de observar con rigor la distinción entre los géneros, pese a lo cual no deja de apreciar a algunos autores como Lope de Vega, Pedro Calderón de la Barca, Agustín Moreto y Francisco de Rojas Zorrilla por su arte de interesar a los espectadores y por su poder de invención, de lo cual se hizo eco otro gran preceptista del siglo XVIII, el helenista Pedro Estala. Lo que tienen de desarreglado las obras del teatro clásico español es la disposición, (una construcción poco racional, disparatada a veces, o que mezcla diversos materiales temáticos) y la elocución, demasiado hinchada. Analiza los defectos del teatro barroco atribuyéndolos al desconocimiento de la preceptiva artística clásica. Critica las infracciones a la regla de las tres unidades, la mezcla tragicómica, la inverosimilitud de la fábula o argumento, los errores contra la historia, la geografía y la cronología, la presencia inadecuada del gracioso en determinadas obras o situaciones, el uso de la música en el teatro y, sobre todo, rechaza la inmoralidad de la mayoría de las piezas áureas. En la poesía épica alaba a Homero como modelo universal y censura en la épica moderna el empleo de la mitología pagana, ya que la epopeya: Debe servir de instrucción, especialmente a los reyes y capitanes... y proponer la idea de un perfecto héroe militar. Es decir, su finalidad es primordialmente ejemplar y didáctica. Las fuentes de la Poética de Luzán son muy amplias, pero principalmente italianas: Della perfetta poesia de Ludovico Antonio Muratori y los comentaristas de Aristóteles, pero también L’Art Poétique de Boileau, la preceptiva grecolatina clásica (Poética y Retórica de Aristóteles, Epistola ad Pisones de Horacio), los especialistas en poética españoles como el Pinciano y Francisco Cascales, y otros autores de muy secundaria importancia. Se interesó especialmente por el teatro escribiendo traducciones y adaptaciones de obras como La clemencia de Tito, de Pietro Metastasio, La razón contra la moda, una comédie larmoyante o comedia lacrimógena del maestro del género, Nivelle de la Chaussée. Es autor también de una comedia propia, La virtud coronada, escrita en 1742 para ser representada en el Ayuntamiento de Monzón. Como poeta compuso anacreónticas, romances burlescos, sonetos (algunos traducidos del italiano), la canción A la conquista de Orán, Leandro y Hero y El juicio de París, fábula épica dedicada a la entrada de Fernando VI en Madrid en 1746. La Giganteida es un poema paródico de la épica culta que se inspira en el Poema de las locuras y necedades de Orlando de Quevedo. Hizo un intento inconcluso de versificar la Biblia y redactó además una Retórica de las conversaciones, un Tratado de ortografía española y un Método breve para enseñar y aprender las lenguas. Bibliografía del autor Teatro * La virtud coronada, 1742 . Preceptiva * Razonamiento sobre la poesía (1728). * El sueño del buen gusto (1729). * Poética o reglas de la poesía en general y de sus principales especies (1737, segunda edición muy ampliada y corregida en 1789). * Retórica de las conversaciones. * Tratado de ortografía española. * Método breve para enseñar y aprender las lenguas. Poesía * A la conquista de Orán * El juicio de París * Leandro y Hero * La Giganteida Traducciones * La razón contra la moda, de Nivelle de la Chaussée. Otras obras * Memorias literarias de París. * Oración gratulatoria a la Real Academia de la Historia * Conjeturas sobre la espada hallada en Peñafiel * Disertación sobre el origen y patria de los godos * Disertación sobre Ataúlfo, primer rey de los godos en España * Oración gratulatoria a la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona * Observaciones sobre la Ortografía de la Academia * Lista de las cuestiones que se deben tratar en la sintaxis de la Gramática castellana. De la concordancia y régimen. Del nombre sustantivo, su construcción y régimen. Del adjetivo sustantivado. De los adjetivos comunes. De los comparativos y superlativos. Sobre los verbos anómalos de la lengua castellana. Sobre los géneros y sus reglas en nuestro idioma. Sobre las reglas que se pueden establecer para el reconocimiento de los géneros. * Orazione per lo ritrovamento del coreo di San Agostino (Oración por el hallazgo de los restos de San Agustín) * Discurso apologético de Íñigo de Lanuza Wikipedia Wikipedia - http://es.wikipedia.org/wiki/Ignacio_de_Luzán

Joaquín Lorenzo Luaces

Joaquín Lorenzo-Luaces fue un poeta cubano, nacido el 6 de julio de 1826 en la Habana y muerto el 7 de noviembre de 1867 en la misma ciudad. Cuando 1856 funda junto con su amigo Fornaris la revista La Piragua, sus versos y trabajos en prosa ganan significativamente en cobertura. Luaces colabora en los años cincuenta y sesenta con varias revistas (Brisas de Cuba y El Cesto de Flores) y periódicos (El Regañón, Prensa de La Habana, etc.). En 1859 recibe el premio del Liceo de La Habana por su oda A Ciro Fiel por la inmersión del cable submarino. Obras * La Naturaleza * Último amor * El último día de Babilonia * Caída de Misolongi * La Luz * La muerte de la bacante * Tu falta * Recuerdos de la infancia * La pesca * La fruta prohibida Sus obras teatrales más conocidas son: El becerro de oro, El fantasmón de Aravaca y Una hora en la vida de una calavera, esta última fue la única que pudo estrenar en vida. Referencias Wikipedia - http://es.wikipedia.org/wiki/Joaquín_Lorenzo_Luaces Poeta lírico de juicios muy diversos y contrapuestos, fue a pesar de su precaria salud un incansable trabajador y propulsor de las letras. Nace el 21 de julio de 1826 en La Habana. Estudió latinidad en el Colegio Calasancio de Puerto Príncipe, lugar en donde residía su hermano. A partir de 1840, hizo estudios en el Colegio Seminario de San Carlos, de La Habana. Se graduó de Bachiller en Artes en 1844. Continuó estudiando en la Real Universidad, hasta alcanzar en 1848 el grado de Bachiller en jurisprudencia, pero no la licenciatura. Figuró entre los cultivadores del siboneyísmo y del criollismo, porque por encima de todo devino un devoto cantor de la tierra que lo vio nacer. Luaces incursionó en el teatro con piezas en las que merecen destacarse "El mendigo rojo", "Aristodemo", "El fantasmón de Aravaca", "El becerro de oro" y "Una hora en la vida de un calavera", única de sus obras teatrales que llegó a ser estrenada en vida del autor. Hizo traducciones y colaboró en los principales periódicos y revistas de la época. Desde ese mismo año concurría a la tertulia literaria y científica que en su casa de la calle Amistad presidía Felipe Poey. Allí leyó sus primeros ensayos: una traducción de "L'éducation des jeunes filles" de Bérenger, "El lente de Pepilla", "Noche Buena", "La danza", etcétera, poesías ligeras y festivas que no recogió en sus obras. Siempre enfermizo, fue a convalecer a Isla de Pinos, donde se dedicó por entero al cultivo de la poesía, pero casi todo lo que escribió entonces se perdió. El primer poema que llamó la atención sobre Luaces, "La hija del artesano" (escrito en julio de 1849), apareció publicado en El Artista, el propio año. En unión de José Fornaris, su entrañable amigo, publicó en 1856 La Piragua, periódico que aspiraba a ser órgano del siboneyismo, en el que dio a conocer, entre otros poemas, cuentos de tema siboney y trabajos en prosa, algunos de sus "Romances cubanos". También colaboró en las revistas Brisas de Cuba (1855-1856), El Cesto de Flores (1856), Floresta Cubana (1856), Revista de La Habana (1857), El Kaleidoscopio (1859), Revista Habanera (1861), Cuba Literaria (1861-1862); en los periódicos El Regañón, Prensa de La Habana, La Aurora, y en las compilaciones Aguinaldo habanero (1865) y Noches literarias en casa de Nicolás Azcárate (1866). Junto con Fornaris dirigió la antología Cuba poética, colección escogida de las composiciones en verso de poetas cubanos de la época. En 1859 recibió el premio del Liceo de La Habana por su oda A Ciro Field- Entre 1866 y 1867 sostuvo con Fornaris una Academia íntima, a la que asistían Antonio Zambrana, Manuel Costales, Andrés Díaz, Govantes y otros. Tres días después de su muerte, el jurado de los Juegos Florales del Liceo de La Habana, formado por Mendive, Piñeyro y Mestre, otorgó el primer premio a su oda "El trabajo", publicada en 1868. En la revista Islas de la Universidad Central de Las Villas, se han dado a conocer recientemente sus obras de teatro El fantasmón de Aravaca y Una hora en la vida de una calavera. Muere en La Habana el 7 de noviembre de1867. Referencias Monografías.com - www.monografias.com/trabajos83/resenas-biograficas-figuras-significativas-historia-cuba/resenas-biograficas-figuras-significativas-historia-cuba5.shtml

Victorino Abente y Lagos

Considerado el poeta de la resurrección nacional Victorino Abente y Lagos nació en Mugía, España, el 2 de junio de 1846. LLegó al Paraguay cuando aún estaban calientes los rescoldos que dejaba a su paso la gran epopeya que enfrentó al país y a la triple alianza, entre 1864 y 1870. Aunque gallego de nacimiento, su vida y su obra se identifican con el Paraguay desde su misma llegada a Asunción, en marzo de 1869, en momentos difíciles y trágicos de la historia paraguaya, cuando tropas aliadas, brasileñas y argentinas, ocupaban la capital paraguaya. Primeros pasos Relacionado con el segundo tramo del romanticismo paraguayo, que se inicia con la posguerra del ‘64-’70, y aún con el posromanticismo, colaboró en varios periódicos de la capital, donde también publicó gran parte de su obra poética. Creador de poemas dedicados al renacer de su nueva patria y apropiadamente conocido como el “poeta de la resurrección nacional”, tuvo la suerte de ver triunfante al Paraguay en su guerra contra Bolivia, meses antes de su muerte. Trayectoria Sus poemas, dispersos en diversos periódicos y revistas de aquella época, fueron recopilados y publicados póstumamente en Asunción por su nieto Cándido Samaniego Abente en un volumen titulado “Antología poética: 1867-1926”, aparecido en 1984. Acerca de su obra, escribió el ilustre intelectual Ignacio A. Pane: “Entonó el canto más hermoso, más apasionado, más entusiasta y más poético, en una palabra, que hasta ahora escritores y maestros han dirigido al Paraguay... Llevado en alas de su inspiración hasta la cima de nuestro pasado, hizo que la “Sibila paraguaya” asentare allí el pie y tendiera el dedo anunciador del profeta, para mostrarle la tierra de promisión del porvenir...” Últimos años Casado con Isabel Miskowsky, Victorino Juan Ramón Abente y Lago falleció en Asunción el 22 de diciembre de 1935. OBRAS Sus poemas más notables son: * “Sibila paraguaya”, * “El oratorio de la Virgen de la Asunción”, * “La tejedora de Ñandutí”, * “El Salto del Guairá”, * “Mis dos patrias” y docenas de obras más. Referencias Wikipedia - http://es.wikipedia.org/wiki/Victorino_Abente_y_Lago Don Victorino Abente y el romanticismo paraguayo La vida J, la obra de Don Victorino Abente están relacionadas con el segundo tramo del romanticismo nacional, que se inicia con la posguerra del 70, asistiendo luego al prolongado quehacer del novecentismo y al auge de la corriente modernista en toda su extensión. Ese largo existir de casi noventa años, le permitirá ser a la vez actor y testigo de las sucesivas etapas de un proceso literario, que recién asumiría distintas formas después de otra posguerra: la del Chaco, al cabo de la cual surgen distintas manifestaciones poéticas, principalmente, que serán reconocidas con la denominación, no muy ajustada, de vanguardia. Puede afirmarse que él fue uno de los mentores intelectuales de aquellos jóvenes que iniciaban sus estudios en la última década del siglo anterior y uno de los que, sin haber actuado en la enseñanza, supo ser guía de gustos y estilos literarios que predominarán hasta el 900, y un poco más allá. Y no es de descartar que estos coincidieran a la vez con los propios de los maestros españoles de la cultura paraguaya moderna, sus connacionales y, en algunos casos, sus correligionarios en el ideal republicano. La compilación que ahora se ofrece, ceñida a su expresión poética, permite comprobar que si bien el tiempo ha hecho su erosión en todo lo que, confinando en el epigrama o la sátira, exponía sus preferencias hacia el color local, una especie de incipiente costumbrismo - pero en verso - ha dejado intactos, sin embargo, ciertos valores que se asientan en la propensión lírica y en los temas descriptivos. Conviene aclarar esto para que sus composiciones espontáneas, por cierto de tipo “festival", no sean tomadas como la parte determinante de su vocación de escritor. Porque este poeta hispano-paraguayo -quizá a él le hubiera agradado más la calificación de “galaico” - asumió tempranamente su tarea de publicista, desde el único medio de que era posible valerse: la prensa diaria, reducida en sus inicios más a ventilar situaciones de sector que a acoger inquietudes de interés general. A pesar de ello, los penosos e incipientes pasos de aquella primera posguerra, encontrarán su rumbo en ese periodismo, de que Don Victorino participara con asiduo entusiasmo. Fue así que su contacto con el ambiente resultó in-mediato. No tuvo el joven español mucho espacio, en aquellos comienzos, para meditar sobre el destino que habría de asumir y al hacerlo quiso sumar, no sólo su entendimiento y su capacidad creadora al renacer de su nueva patria, sino su efusión poética, nacionalizándola, como expresara con verdad y en ocasión memorable de Don Manuel Gondra. Sus cantos paraguayos sirvieron de compensación a dolores populares aún recientes, y de norte para quienes, no sin desvelado asedio, buscarían las huellas perdidas y la trama quebrada para recomenzar, o en algún aspecto inaugurar, la vigencia de una literatura que tanto en lo propio como en lo extraño, había dejado de manifestarse y de cuya ausencia se lamentara, por aquel entonces, Don José Segundo Decoud. Y esa quiso ser la militancia de Don Victorino, anudada a una difusión intelectual, que no conociera pausas y en la cual supieron verse reflejadas las promociones que llegaron más tarde. Compañero de los promotores del segundo grupo romántico- o sea el de los nacidos entre 1840 y 1850, de los que fuera coetáneo- y aún de los integrantes del posromanticismo, lo fue igualmente y de algún modo de los novecentistas, muchos de los cuales compartieron en los inicios su orientación literaria, en tanto que otros se limitaron a respetarlo y admirarlo. Esa admiración y ese respeto hacia el “poeta de la resurrección nacional”- como se lo llamara con justicia - ganaron a la vez a los epígonos del modernismo y a los que vislumbraban ya su distinto camino. Sin él no hubiera sido tan fácil incorporar la temática de la tierra y de la historia a un ambiente sobre el que se habían enseñoreado, y no por culpa propia, la desolación y la tristeza. A este respecto no estará de más recordar que serié el magisterio de Abente el que posibilitara la reivindicación patriótica de O'Leary, en alguna medida discípulo suyo, hasta en aquella denominación de “cantor de las glorias nacionales”; de la que Don Victorino es precursor. Y no sólo se le debe el haber arrojado luz sobre ese capítulo de nuestra evolución poética, pues la naturaleza paraguaya - aves, flores, frutos - hallará en él a un rescatador memorioso que diera en celebrarla, como lo hizo con gentes y ciudades (Asunción, Areguá) en un intento de rehacer, desde la penumbra de las edades que fueron la imagen de un Paraguay que sus versos ayudarían a renacer. Las divisiones a que ha sido sometida esta antología, quieren de tal manera, y con buen criterio, simbolizar los diferentes niveles de esa pasión creadora. Mucho de lo que falta por saber de los trajines personales y literarios de Don Victorino, y en especial de sus trabajos en prosa, que gozan - en cuanto a lo frecuentado - tanto de la amable y episódica condición de las escenas de Mesonero Romano, como, y en mucho, de la cáustica actitud de Larra, plena de una ironía que el escritor gallego quiso derivar hacia una risueña crítica de costumbres, que volcara asimismo en su poesía, a ratos silvestre y a ratos bucólica, sentida en la proximidad del neoclasicismo de Meléndez Valdez, aunque una insensible onda romántica lo acercara, sin quizá intuirlo, al influjo de Quintana o Espronceda, siendo escaso lo que de Bécquer surge en él. Y ya se sabe que entre el autor del "Canto a Teresa" y de las rimas, pueden divisarse los extremos del romanticismo paraguayo, posterior al 70 y hasta el primer lustro del 900, Víctor Hugo, aparte, desde luego. Don Victorino volvió por dos veces a su tierra natal, con familia ya formada en la nuestra. En vano intentaría sacudir su techaga'ú (perdón, su morriña) en versos escritos en la lengua que honraran Rosalía y Castelao y en vano pasearía su mirada sobre los verdes campos y el limpio cielo que contemplaran la inusitada andanza de Don Ramón del Valle Inclán, pues algo sin duda le decía que el final de sus días estaba aquí. Su corazón parecía sentir más que el peso de los recuerdos hispánicos, la evidencia de una vida paraguaya de la que no le era dado, desentenderse. Y siendo así, no le fue difícil volver. Escritor paraguayo, de indudable identificación - digámoslo en honra nuestra - este hijo de Galicia, arribado en plena juventud a estas calcinadas orillas de nuestra América, y muerto en alta ancianidad cuando en el Chaco se manifestaba de nuevo, en trance de heroísmo, una época que habría, requerido los esplendores de su inspiración para justificarse. La vida y la obra de Don Victorino Abente, expuestas ahora al conocimiento y a la avidez de lectores y estudiosos, bien valen -más allá de sus añejas páginas - por un ejemplo y una lección. (En Isla Valle, de Areguá, Raúl Amaral a 16 de Agosto de 1984) Referencias Portal Guaraní - www.portalguarani.com/obras_autores_detalles.php?id_obras=14161




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