Toca la campana de la catedral. Y yo sin zapatos, yéndome a casar! Donde esta mi velo,

Aquí una casa, querida, sólo con cuatro balcones, sólo con cuatro cortinas, sólo con dos corazones y un espejito, mi vida.

...Y ya estarán los esteros rezumando azul de mar. ¡Dejadme ser, salineros, granito del salinar! ¡Qué bien, a la madrugada,

Por allí, hondo, una humedad ardie… blando, un calor oscuro el que all… sofocado anhelar el que se hundía, doblándose y muriendo largamente. Labios en labios que no ataca dien…

Sí, sí, es verdad, es la única ver… ojos entreabiertos, luz nacida, pensamiento o sollozo, clave o alm… este velar, este aprender la dicha… este saber que el día no es espina…

Branquias quisiera tener, porque me quiero casar. Mi novia vive en el mar y nunca la puedo ver. Madruguera, plantadora,

«Me despierto. París. ¿Es que vivo, es que he muerto? ¿Es que definitivamente he muerto?

No quiero, no, que te rías, ni que te pintes de azul los ojos, ni que te empolves de arroz la car… ni que te pongas la blusa verde, ni que te pongas la falda grana.

Poema escénico Me aburro. Me aburro. Me aburro. ¡Cómo en Roma me aburro!

Feo, de hollín y fango. ¡No verte! Antes, de nieve, áureo, en trineo por mi alma. Cuajados pinos. Pendientes.

Gimiendo por ver el mar, un marinerito en tierra iza al aire este lamento: ¡Ay mi blusa marinera! Siempre me la inflaba el viento

Por amiga, por amiga. Sólo por amiga. Por amante, por querida. Sólo por querida. Por esposa, no.

«Para mí, tú: la poesía, el bello sur, donde los vinos por las laderas y caminos derraman fuentes de alegría. ¿Qué hacer en ti sino cantar

Sin dueño, entre las ortigas, piedra por pulir, brillabas. Pie invisible. (Entre las ortigas, nada.) Pie invisible de la ira.

Las cochinillas de humedad, las mariquitas de San Antón, también vagaba la lombriz y patinaba el caracol. Infancia mía en el jardín;