Alto fanal de trágica galeota
sobre un mar de encrespada muchedumbre.
Las andas vienen y a la opaca lumbre
Jesús marca a la nave la derrota
¿A dónde en la tiniebla densa, ignota?
Turbia ansiedad, livor e incertidumbre.
De la Cruz cuanta es más la pesadumbre
tanto de penas el bajel más flota.
Desmayo de violetas, y el ventalle
que el vidrio helado empáñale al lucero...
El alba, en fin, que asoma por la calle.
Y en las manos de fiebre su Madero,
como asido a un sangriento gobernalle,
va Jesús –ya entre rosas–, timonero.