Rafael Laffón

Resurreción

Cuando Dios diga ¡Alzaos! y truenen las trompetas,
sonarán nuestros gritos de ansiedad emergente;
nuestros gritos de tierra tantos siglos sin nombre;
nuestros gritos que estaban aguardando en las órbitas
heladas de los cuerpos celestes que se aman;
nuestros gritos de niños ciegos que se perdieron,
al recobrar el tacto concorde de otras venas.
 
¡Temblor de asidas manos tras del naufragio inmenso!
Romperemos las aguas y las duras raíces
y el cristal de las sales telúricas absortas.
Estas tus manos y este el color de tus ojos,
irisado en las luces del novísimo día.
Y esta ya la medida de nuestros corazones...
¡Otra vez nuestro gozo confinado en fronteras!
 
Allí una carne hermosa proclamaré por mía:
Mirad –diré–, las huellas antiguas de mis brazos.
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