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Vacaciones

De tu pueblo a tu hacienda te llevabas
la cabellera en libertad y el pecho
guardado por cien místicas aldabas.
 
Metías en el coche los canarios,
la máquina de Singer, la maceta,
la canasta del pan... Y en el otoño
te ibas rezando leguas de rosarios.
 
René, el gigante perro del pastor,
en un galope como si nadara,
te escoltaba, buscándote la cara.
 
Y detrás del René blanco y gigante
en aquel mapamundi de ilusión
cabalgaba sin brida el estudiante.
 
René hacía tres veces el camino
yendo y viniendo desde ti hasta mí,
ladrando porque no y porque si.
 
René, acróbata de tu portezuela,
venía a hacer brincar su corazón
escandaloso, arriba de mi arzón.
 
Luego mordía a las mulas; pero ellas,
al peligroso paso de tu río,
sólo pedían, por sacarte salva,
transfigurarse en un tiro de estrellas.
 
A ti la voz confidencial del campo
de mañana llamábate la hija
mayor de la comarca, y en la tarde
de todo lo creado la idea fija.
 
Del mapamundi del amor, no más
yo en estas vacaciones sobrevivo;
pero fuera del mundo van un coche,
un estudiante de Santo Tomás
y un perro que les ladra sin motivo.

#EscritoresMexicanos (1932) El corazón del son

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