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Adivínase el dulce y perfumado

Adivínase el dulce y perfumado
       calor primaveral;
los gérmenes se agitan en la tierra
con inquietud en su amoroso afán,
y cruzan por los aires, silenciosos,
átomos que se besan al pasar.
 
Hierve la sangre juvenil, se exalta
lleno de aliento el corazón, y audaz
el loco pensamiento sueña y cree
que el hombre es, cual los dioses, inmortal.
No importa que los sueños sean mentira,
       ya que al cabo es verdad
que es venturoso el que soñando muere,
infeliz el que vive sin soñar.
 
¡Pero qué aprisa en este mundo triste
       todas las cosas van!
¡Que las domina el vértigo creyérase!
La que ayer fue capullo, es rosa ya,
y pronto agostará rosas y plantas
       el calor estival.

#EscritoresEspañoles (1884) En Sar del las orillas

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