Cargando...

Hiendo y viniendo. Tercer acto.

Rosanelly Carrión

Él lo sabe, sabe que no importando cuánto tiempo pase sin verlo, seguiré queriéndolo con la misma intensidad, o un poco más. Así que se marcha, siempre lo hace, y una parte de mí permanece tranquila y serena, porque sabe que volverá, mientras la otra se sumerge en preocupación y se queda sin oxigeno pensando que después de tantas idas y regresos, esta sí podría ser la última vez. Y es que nuestra complicidad no se compara con dos personas que son amigos, ni que están en una relación, es un término medio, es un acto clandestino que creemos está bien, porque no importando a quién tengamos al lado, seguiremos sintiéndonos atraídos sin querer estar juntos. Es esa emoción masoquista que sentimos al volvernos a ver después de meses serenos, permanecemos hiendo y viniendo como olas, rompiendo en los brazos el uno del otro, formando blancas brumas de deseo, de amor, de amistad. Y cuando se haga eterna la vista sin su brillo, mis manos sin su piel y mis labios sin los suyos, le extrañaré como se extraña a un alma sin vasija, con dolor, con estragos, y sin pizca de fe.

Otras obras de Rosanelly Carrión...



Top