Cargando...

Te exonero

Siempre sospeché que tu beso era incierto, que detrás de tus palabras húmedas y en movimiento, sólo existía la nada. Una noche, tus ojos parecían alimentarse de los rayos de luna que caían sobre mi rostro, como resbalando a un abismo. Tus pupilas las encontré en medio del sudor y cansancio posterior al encanto de los cuerpos. Es fácil que un ciego imagine cosas, me he perdonado por eso. Qué lindo saber si un día me leíste como a un libro, tal vez estoy escrita en braille, no te culpo. Te exonero de mí a cada instante.

María Cayo.

Otras obras de María Cayo...



Top