Al despertar
Abro los ojos y
te veo en mi mente.
Lo que me produce sonrojo
es el sudor presente
de quien ya está ausente,
reseco en mis manos,
en mi pecho,
en mis labios.
No es ni tuyo ni mio.
Me produce mal estar,
porque aunque quiero avanzar,
no te consigo olvidar.
¡Maldito azar!
Seguro que algo de culpa tienes,
porque no creo
en verdades absolutas,
ni en lo escrito
en el papel del destino.
Liberamé de una vez,
suelta las riendas
que agarras con tanta fuerza
que me esclavizan cada mañana,
que me mantienen
anclado a tu recuerdo.
Empiezo un día más
con este enfermizo malestar,
con la falsa alegría
de quien lucha
por mostrarse al mundo
sin taras,
perfecto de sentimientos,
sin tacha,
con el objetivo que le obsesiona,
volver a sudar acompasado
entre las piernas de quien ya no está
al despertar.
