Caminar
El camino parecía largo, plano y bifurcado al iniciar. Probablemente por la mezcla de incertidumbre y fe, sumado con una basta ignorancia. Sin embargo, con cada paso se hace evidente que no lo es. Ni siquiera hay tal.
No existe un camino, más que el que trazan los pies al moverse. Y es cuesta arriba. ¡Es cuesta arriba! No por la fatiga al andar. Se trata de la aventura y el descubrimiento. Desde la falda de la montaña solo puede tenerse una idea de lo que hay arriba, pero no existe certeza hasta que logramos subir. Cada respiro, cada pisada y cada derroche de coraje traen consigo algo nuevo: Una perspectiva diferente. Eso se convierte en nuestra verdad, hasta que nos movemos de nuevo.
Pensamientos revueltos, presión en el pecho y comezón en la planta de los pies. ¡Qué mi boca se siga abriendo hasta que mi mentón toque el suelo y me embarre los dientes de lodo! La deliciosa sensación de vivir.
Es cuesta arriba, y siempre que exista la posibilidad de dar más pasos, quiero seguir caminando.
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