Cuando la noche es más negra
Bajo los húmedos puentes de San Juan de Dios
a la luz mortecina de lámparas viejas
y a la sombra de las podridas fachadas
se asoman eróticas siluetas, semidesnudas
Las miradas de deseo que recorren las calles
las asedian como hienas.
“Soy la sirena muerta
en el océano de vicios
de esta ciudad nocturna.
Mis cantos vagan con el viento
por sus oscuros callejones
llenos de abandono
Oh cuervo de la noche
que tocas a mi puerta
al refugio de mi lecho
al festín de mi piel
buscando el agonizante
calor de mi sexo
Eterno errante
de rojos ojos de lujuria
alas grasientas y nariz ganchuda
Ya no corrompas más mi cuerpo
con tus caricias negras
Ya no penetres más
mi mutilado ser
¡Ah! No hubo jamás moneda alguna
que quemara mis manos
¡Fue la luz del día!
Los terribles rayos de la mañana
los que ardían como brazas encendidas
sobre mi carne
A mi se me han cerrado
las puertas del cielo
en la misma tierra
De nada me sirve arañarlas
Condenada he de
buscar el pan de cada día
en los deseos más oscuros
Del hijo de Dios
Heroína
Oh salvadora mía
Con tu cálido elixir
Enciende mis venas
Y con tu efímera
Chispa de vida
Revive mi alma
Hazme sentirla una vez más!
Para vivir otro día
Para vivir
otro día