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El sublime objeto del placer

Soy una categoría más del análisis politológico; lo político instituye mi andar por el mundo, sin ello sería simplemente un "individuo" y perdón, pero no existe tal cosa. Yo sí hago consciente que soy un zoon politikón.

Entre todas las cosas que tengo claras, es la sexualidad.
En el pasado, creía entender la sexualidad como algo inexplicable, pero comprendí que podía delimitarla al menos en mí nombre.

Esa sexualidad de la que hablo siempre ha sido definida por mí y por el “otro” como un encuentro político, pero no por el contrato, ni jamás, por la utilidad... me parece que el espectro sexual no tiene una.

Sin embargo, desde mi lente más politológico la sexualidad (que no es natural) tiene como objeto el placer, y ese placer depende justamente del desarrollo histórico intersubjetivo que el ser humano le asigne (suena a psicoanálisis). Pero así lo comprendo como un elemento profundamente político en la relación con el ser-sexual que llevamos dentro. De ahí también que le designe al psicoanálisis una tarea como herramienta de análisis político, pero que estrictamente sirve solo para esa relación política (esto es una redundancia) con nuestro yo psíquico.

He descubierto que mi sexualidad tiene como objeto el placer, pero dicho placer hace siempre uso de la intimidad como su objeto, un establecimiento de confianza, vulnerabilidad y reconocimiento del otro como elemento instituyente de mis sentimientos y desahogos.
¡Sí, a mí me pone la intimidad! Verlo como una reivindicación de la resistencia por mantener ese Eros que sublima, relativiza el desarrollo postmoderno de la sociedad neoliberal que nos constituye a estas alturas de la humanidad, me es también bastante reconfortante.

Adoro y milito esa idea (¿revolucionaria?) de saberme con placer sexual por la intimidad. La intimidad así concebida ni siquiera me permite por su puesto, darle rienda suelta al egoísmo metodológico-individual de adjudicarme una identidad.
De ahí que la identidad que se me instituya por parte de otros (como diría Sartre: “lo que la sociedad hiciera de mí”) no me preocupa, aunque es paradójico porque justamente es lo que estoy haciendo en estas palabras, ya que el desarrollo de la identidad no se autodetermina por uno mismo... eso es muy ideológico por parte de esta idea de “individuo” del liberalismo.

Es más, me parece justamente limitante. Y me propongo hacer de mí un ser-militante, mi sola existencia es una operación-reoperación constante entre institución del ser. Que prontamente o tardía mente pasará a la política cuando abandone este lecho terrenal (me muera al fin) y quedará en la sociedad (si lo hiciera al menos bien) la constitución de ese ser que fui-soy-seré.

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