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El “yo” neoliberal

«Todo ser humano es humano y su valor moral es igual al de cualquier otro. Por decirlo en palabras de John Raws, ‘toda persona posee una inviolabilidad fundada en la justicia’. Considerar a las personas como moralmente iguales es tratar la nacionalidad, la etnia, la clase, la raza y el género como ‘moralmente irrelevantes’... el accidente de haber nacido en Sri Lanka, o judío, o mujer, o afroamericano, o pobre, no es más que esto, algo accidental con lo que nos encontramos al nacer... qué lengua se haya aprendido es, moralmente irrelevante, un hecho accidental de nuestro nacimiento que no determina el propio valor». Martha C. Nussbaum

Es muy contemporáneo, sabernos deshumanizados. A tal punto que lo humanamente perfectible como las emociones-sentimientos-pensamientos-actuaciones se ven dicotomizadas en esta modernidad rampante.
Me estorba la racionalidad (y no el proceso reflexivo de razonamiento kantiano) sino, la pretensión de una des-emocionalidad en lo “real”.

¿Sabernos humanos es tan difícil?

¿No hay humanidad en la modernidad y mucho menos en esta imaginación postmoderna? El ser humano dejó de ser parte esencial de la ecuación y ese es el gran triunfo del neoliberalismo cognitivo.
Ahorita mismo solo conocemos (sujeto cognoscente) a través del lente neoliberal (utilidad-productividad-transacción) se fundan en ese “yo” contemporaneo y superfluo.

No trascendemos la conciencia individualizada, pensarse el “universal” es la única justicia revolucionaria que nos queda en nuestros tiempos para negar lo innegable. Este orden o “estado de cosas actual” que es irracional (el ser humano despojado de todo cuanto le corresponde por naturaleza). El ser humano no tiene participación en su propia existencia, esa es la victoria más grande de la alienación (Marx-Hegel).

Me recuerda también a la frase pesimista y positivista de Hannah Arendt “el revolucionario deja de serlo un día después de alcanzar la revolución”. ¡Claro Arendt! porque la dicotomización de la modernidad nos hizo hasta categorizar el enlace sutil entre “lo político” y “la política” que una ya no se puede hacer mientras se piensa la otra (justo dentro de esa separación inútil de subjetividad-objetividad). Nos estacionamos en la temporalidad, pero no creemos, justo por nuestro ego particular individual en una praxis político atemporal.

Justamente porque ya estamos en ese temido estadio de la historia en el que no nos reconocemos ni en ello.

Zoom politikón, rezaba Aristóteles. La modernidad se hizo un colocho pretendiendo delimitar si era “ser social” o “ser político” a lo que se refería el compañero Ari; ¡un absurdo de discusión!

Me han supuesto intenso, raro, viviente, ser humano... Absurdamente hacemos intentos por volver a esas claras humanas pasiones, porque como Martha Nussbaum ha querido abrirnos los ojos, la política está hecha de pasiones, Chantal Mouffe también lo hace, pero claro, si situamos esas “pasiones” sin un reconocimiento pasado-presente-futuro del concepto. El menos intelectual que tengamos a nuestro alrededor nos callará justo porque la “violencia política" solo le deja ver su particularismo de saberse un imbécil. Las mujeres nos están queriendo abrir los ojos justamente porque esas pasiones es lo que nos robó el sistema y sus bases ideologizadas e incrustadas en nuestra conciencia. Y no, no son “ellas” siendo profundas, son haciendo eco humano del espacio histórico-opresivo al que las relegó el ordenamiento irracional.

¡Cada persona hace también del producto socio-histórico que han hecho de ellos, su utópico reivindicar (politizar) hacia la emancipación! En ello, el feminismo es el gran maestro.

Hoy me pongo a reclamar como Sartre lo hizo una vez: Lo que haga el neoliberalismo de mí, no es mi problema, yo hago lo que eso hizo de mí, un andar (un caminar).

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