Y siento mucho...

No sé en qué momento me pasó, pero siento muchísimo.
Me reconocí hoy como alguien que está abrazando tanto la vulnerabilidad que me sorprendo.

Tiemblo, chasqueo los dientes, lloro, me estremezco y esto solo lo he sentido cuando de viaje hacia Caldera donde hacía pocos minutos mi papá recibía el diagnóstico de cancer terminal gástrico y mi mamá, hermano y yo solo llorábamos mientras nos despedíamos de su existencia, porque se acercaba el momento de verla partir... sí, la vulnerabilidad duele y duele muchísimo, pero en ese dolor tan grande florece absolutamente todo lo maravillosamente genuino. Translúcido, humano.

Hace unos años mi psicologa me decía: Sandro amas a otros hombres y ese legado de masculinidad no te deja amar desde lo única y genuinamente que te caracteriza como un ser humano sintiente. Sentipensante, nunca pude dejar de sentir mientras pensaba. Pero hoy siento mucho y lo mucho que siento me hace verme al espejo y reflejarme tan humano, tan playo, y sí lo digo así porque fue la primera palabra que me dijeron para hacerme “sentir mal” y hoy la playada es mi motor, no hay nada más revolucionario que abrazarme con otros seres humanos socializados en la masculinidad y sentir tanto o más, fuera de una cancha de fútbol.

Abrazar a mis dolores más grandes de sentirme a flor de piel me ha generado justamente el vacío que hoy llegué a llenar, y lo estoy llenando justamente con esto. La vulnerabilidad que no creí merecer, que me hicieron creer no merecer y que taladré en mi inconsciente hasta darlo por hecho. Lo positivicé, no vi la negación en ello y hoy que lo tengo al frente________ Me hizo echarlo tanto de menos, algo que nunca tuve pero que por fin encontré y lo recibo con los brazos abiertos para hacer nacer el jardín de los tulipanes desde mis huesos con espigas más profundas que hoy forman el vitral de mi ser.

Hijueputa___siento.