¿Un monstruo vulnerable?
Le temo, no a lo sensible porque habito en ello, sino en la conciencia que del resto se desprende el saberme expuesto, me aterra, me abruma que lx demás me utilicen sin reparos para aquello que solo prima sus egocentrismos y vanidades, aquello que se encuentra individualizado en sus espíritus.
Suelo estar paralizado al expresarme con soltura de mis sentires porque solo yo me encuentro empático y resiliente, quizás porque para otros seres es completamente intimidante un sabor ligero y cargado de muchos rincones, de todos los senderos, de variedad de mundos.
Corro rápido al ver que alguien me desnuda las inseguridades porque de niño solo pensase que mi cuerpo y mi alma eran solo un basureable desastre, cómica envestidura de un alma galopante de inseguras ideas, pero de contundentes acciones.
Es horripilante cuando me encuentro descifrable, no comprenden mi insaciable necesidad de transmutarme entre colectividades, de sentir de todo y a su vez nada.
De adolescente corría para que no me golpease la bola que lanzaban los niños que jugaban a parecer insensibles con sus grandes debilidades, me perseguían las ganas de ponerles un mismo insensible adjetivo a la incomprensión de sus violencias, pero le daba oportunidad a la duda y la responsabilidad de la que no eran sujetos.
Sufro, lloro cada vez que me percibo incontrolado, no entendido ni respondido por mis definiciones, pero aún más por como los otros me llenan de interpretaciones grotescas porque mi vida se llena de una observable rareza.
