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Vuelve

Te fuiste en una tarde de cielo dorado
que no estaba hecha para las despedidas.
El sol te acompañó al horizonte haciendo de guardián
e hiciste de la brisa tu guía a través del pasto.
 
Tu inocencia, el centro de cualquier moral,
junto con las huellas de león hambriento
se van a lo lejos entre ladridos de guerra,
aunque de guerras no conocías, noble espíritu.
 
Y si te preguntan que si te he llorado,
diles que guardo mis lágrimas en una caja,
para si algún día nos reencontramos
pueda sacar ese llanto del armario.

Descansa, descansa mucho, y vuelve pronto, que mis lágrimas guardadas te estarán esperando.

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