Esto no es un sueño:
las palabras saben
que esto no es un sueño.
Porque soñarse no es apalabrarse.
Porque la tinta del sueño
se prepara con punzantes sudores y desenterradas lágrimas.
Porque un sueño es el comienzo de algo
que en nosotros
ha sido contemplado a través de un líquido vivo
donde cada imagen futura
tuviera su origen
de sangre y de sal.
Porque las palabras no caben en el sueño
no es ése su sitio
de hablar: no cantan no explican no tienen silencio
ni gritos ni dolor. Esto no es ningún sueño:
es lo que miramos
bajo las leyes de una luz carnal. Y un mal sabor de ojos nos quema
las interiores membranas
de los párpados. Y la persona o el hombre al soñarse
no comprende que debe salir con violencia
de las húmedas burbujas
donde todo es mudo como un pájaro que jamás podrá nacer. Y los ojos los iguales ojos que repiten sus palpitaciones a cada lado de una frontera sin aroma y sin color
se buscan para verse
para tocarse entre imágenes ciegas:
Antes que las palabras escriban:
esto no es un sueño.
Antes que las palabras:
nada más.