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Las palabras del niño y el anciano

¿O del anciano y el niño?

“Se fue, se acaba de ir, otra vez se ha ido...”

Eran las palabras que repetía el anciano, anterior a ser visto por última vez. Guardaba silencios entre cada palabra, como si procurase generar expectativa en el público que le oía. Estaba yo ahí, sumergido en mi mismo. Estaban ahí ellos también, los mimos ensimismadísimos. De todos los que le vimos, fue solo un peculiar pero objetable niño quien dirigió su humanidad, en la palabra, al preguntarle: “pero, ¿qué se está yendo?”.

Fue en ese ínfimo y efímero momento en que el silencio del anciano se hizo más grande y también más resonante... El mirar del niño, incrédulo e ingenuo, ante el pesar del viejo, pobre y ermitaño, fueron los restos del recuerdo de ese magistral instante. Jamás lo volví a sentir, esa curiosidad angustiante por la respuesta de un anciano delirante.

“El tiempo, querido niño. Yéndose está”, respondió el anciano con un tono irónico, soltando sutiles risas mientras desvanecía su mirada en puntos de nadas. Nada convencido, el niño apuntó sus ojos a la ventana que reflejaba la silla en la que el anciano andaba. Notaría un papel que se volaba del bolsillo del pantalón que el viejo usaba. La dirección del viento con la presión de la gente que ocasionalmente se transportaba en ese bus, hizo que los campos de aire dirigieran el papel del viejo al asiento del niño; este solo veía el reflejo de lo sucedido, nadie había notado lo ocurrido... a excepción de mi mismo: me levanté de la silla y caminé lo que dura el solo sintético de Trampled Under Foot hasta inclinarme sutilmente para que el niño cuenta no se diese de que estaba a punto de recoger la nota que, por alguna razón del destino, él debía haberla recibido y no yo, en esta historia no debí haber intercedido. Sin embargo, el niño no les hubiese compartido lo que el anciano ¿le había escrito?

“Niño: lo entendí. La relatividad del espacio radica en la naturaleza del tiempo. Que yéndose... está. Ella es su condición: intenta estar, viniendo del más allá terminando yéndose al más acá. De lo más cercano a lo más lejano. ¡Soy en segundos lo que en siglos se ha sido! (Se en minutos lo que en días es sabido)”

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