Caricamento in corso...

Estío

Nos miramos fijamente intentando descubrir si realmente es mutuo ese desasosiego que nos abrasa como si las venas fuesen ríos de lava que fluye libremente por  su cuerpo.
No, no es un sueño. Ambos lo sabemos. Es el atisbo de una pasión controlada, que se entrevé en cada movimiento. Cada mirada escudriña las sensaciones que no queremos admitir y el deseo escondido aflora sin poder evitarlo erizando  la piel  en cada roce.
El sol abrasador se refleja en nuestros cuerpos calientes, que brillan sudorosos quemándolos,  más por el fuego interior que desprenden, que por el propio sol.
La arena quema la planta de los  pies, lo que nos hace salir de ese ensimismamiento que nos provoca el deseo. Te cojo de la mano y, corremos hacia la orilla buscando el frescor de a arena húmeda.
No hay ruido. Parece que no hay nadie en la playa, y sin embargo, distingo lo colores de las sombrillas y las toallas que riegan la arena. Cómo si estuviéramos detrás de un cristal opaco aislados de todo y de todos en la orilla, vamos borrando multitudes. Nadie se percata de nuestras siluetas difuminadas por el sol  y nosotros tan solo somos capaces de oír las suaves olas que mecen el agua y que llegan a nuestros pies invitándonos a adentrarnos en ella.
Un beso furtivo, esta vez mío,  hace que me mires sorprendido y sonriente. Acaricias mi pelo y buscas la aprobación en mis ojos. Un gesto, Un solo gesto por pequeño sea, que te diga que siento lo mismo que tú. Que estoy dispuesta a seguir con esta pequeña locura que nos está arrastrando. Mis labios se mueven pero su sonido se sigue perdiendo antes de llegar a tus oídos. Ya no hablo porque sé que no oyes sino el susurro de las olas y dejo que mi cuerpo te hable.
Miro las olas  que con suavidad llegan a la orilla y me adentro en el agua encogiéndome ante el contraste de la frialdad del agua chocando contra mi piel ardiente, lo que hace que un escalofrío recorra mi cuerpo. Me sumerjo en el agua salada que no consigue aplacar mi calor. Al levantarme, con el agua por la cintura quito el pelo de mi cara e intento secar mis ojos para poder mirarte.  
Son las cuatro de la tarde en esta extraña tarde de verano, llena  de silencio y sensaciones compartidos. Llena de nadie, porque estamos solos tú y yo en ella, solos en medio de la muchedumbre, aislados de todo y de todos, compartiendo los rayos de sol que atraviesan el agua y esa pasión prohibida que nos invade. Te invito a compartir el momento, nuestro momento.
Simulando desgana te adentras en el agua. No nadas, aunque sabes que tampoco será necesario hacerlo y te acercas a mí buscando el deseo en mi mirada, que se mantiene fija en ti provocadora.
Al llegar a mi lado me abrazas, ya sin el más mínimo pudor. Nuestras bocas se buscan entreabriendo los labios y nos perdemos en un intenso juego de placer, exentos de cualquier mirada que pueda posarse en nosotros.
Me separo de ti  un poco sin dejar de besarte, de saborear tu piel salada y acerco mis manos a tu cuerpo apresado en el bañador. Mis dedos se deslizan por tu piel, mientras oigo tu respiración entrecortada y suaves gemidos en mi oído. Yo misma estoy al borde de la locura y busco que tus manos me llenen de caricias.
Desenfrenados por la pasión incontrolada, tan mojados por el agua como por nuestros propios jugos,  con el horizonte como testigo mudo, me atraes hacia ti y me coges en brazos. Nos besamos con ansía. Cierro los ojos disfruto, sólo disfruto.
En medio de ese calor sofocante, apagado únicamente por la frialdad del agua, nos hacemos prisioneros del placer y nuestros cuerpos se funden mezclándose con ese líquido salado que nos envuelve como una ola. Y nos movemos. Nos movemos pausada y rítmicamente, mientras  seguimos abrazados como si ni tan siquiera el agua pudiera interponerse entre nosotros, acariciándonos, bailando esa danza de delirio y desenfreno llena de exaltación. Se nublan nuestros sentidos en una sensación tan deliciosa que nos transporta a un paraíso en medio de las olas que nos acunan vibrando hasta quedar exhaustos en esa inmensidad marina que nos acoge.  

                                                             
                                                                    Nive

(2007)

Altre opere di Sevein...



Top