#Camagüeyanos #Cubanos #Gays
Se esforzaba. Su jadeo ante el jardín clausurado era el de un ciervo asustado. La furia –más que el deseo– de penetrar, era el reo
Sobre la mesa en que estoy sentado hay un enorme tratado de pintura. Digo, parangonando la frase de un personaje de Cocteau, que los críticos siempre terminan por comunicar un desorden ...
1. wax wing No hay silencio sino cuando el Otro habla
La menta y las alhajas funerarias,… los últimos children pets. Combate… la música del río respirante, arra… de las grúas mohosas el estrépito… van creciendo entre cacharros y la…
¡Mira, eso es Cuba! me dice un amigo mientras me señala una delirante mudada que asciende por la calle Neptuno. Sobre una especie de motocicleta que parece diseñada por un mecánico surr...
Entrando en ti, cabeza con cabeza, pelo con pelo, boca contra boca: el aire que respiras –la fijeza del recuerdo–, respiro y en la poc… luz de la tarde –rayo que no cesa
Las galaxias parecen alejarse unas… considerables. Las más lejanas huyen con la acele… treinta mil kilómetros por segundo… próxima a la de la luz.
¿Qué se hicieron los cantantes, los reyes, los Matamoros de dril nevado y los oros de las barajas de antes? ¿Quién las tardes del Cervantes
No abandone tan pronto, señor lector, la lectura de este artículo cuando le advierta que voy hablar de Martí. No mueva las manos nerviosamente. Yo lo comprendo: también he padecido por ...
Que se quede el infinito sin estre… que la curva del tiempo se enderec… Y pierda su fulgor, cuando se mece un planeta en su abismo y en las h… del estallido primordial. Aquellas
Los prospectos turísticos siempre tienen razón. La prueba: esta frase, leída en un folleto rojizo, de tipografía brumosa: «Dejarás a Benarés, pero Benarés no te dejará. Algo en ti, aden...
Creíamos los escritores que nuestro pueblo era, casi por definición, indiferente a la cultura: ello robusteció las “torres de marfil” y el hermetismo. El Primer Festival del Libro Cuban...
Cuerpo con cuerpo: las pieles se aproximan y se alejan entre espejos que reflejan su deseo. No develes la imagen –esos laureles
¿Por qué el Oriente, en tus libros? La pregunta cae, metalizada en el auricular, como una moneda que rebota en la obscuridad y sigue, en el embaldosado, la diagonal del alfil. ...
El coro de sopranos pintarrajeados entona tu loa: “Te comiste un Zohar te comiste un Corán.” Y de tu mano de azogue