#Camagüeyanos #Cubanos #Gays
El paso no, del Dios, sino la hue… escrita entre las líneas de la pie… verdinegra y porosa. Aún la hiedra retiene las pisadas, aún destella de su cuerpo el contorno sobre roj…
Oye, qué acordeones falsos. La lucidez, el muro blanco, (la voz gangosa del disco) rayado, un leopardo arisco preso entre los hilos rojos.
El émbolo brillante y engrasado embiste jubiloso la ranura y derrama su blanca quemadura más abrasante cuanto más pausado. Un testigo fugaz y disfrazado
Ni la voz precedida por el eco ni el reflejo voraz de los desnudo… cuerpos en el azogue de los mudos cristales, sino el trazo escueto,… las frutas en la mesa y el paisaje
Hoy comprendo que existe aún ese m… que había, como un libro, ya olvid… sobre varias ventanas, del profund… balcón descienden flores, es dorad… el aire que presides. Me sorprendo
Tanto arder, tanto valor tanto ataque y retirada ante ese umbral en que nada alivia más el dolor que su incremento. O mejor:
Se esforzaba. Su jadeo ante el jardín clausurado era el de un ciervo asustado. La furia –más que el deseo– de penetrar, era el reo
Corta, Changó con tu espada el alcohol, y haz que ese río crecido, no bien vacío, vuelva a su cauce y, saciada tanta sed, halle morada
El coro de sopranos pintarrajeados entona tu loa: “Te comiste un Zohar te comiste un Corán.” Y de tu mano de azogue
Ya lo ves, de aquella brasa cuyo ardor te calcinó, saciado, sólo quedó dispersa ceniza escasa. Muda inconstancia que abraza
¿Por qué el Oriente, en tus libros? La pregunta cae, metalizada en el auricular, como una moneda que rebota en la obscuridad y sigue, en el embaldosado, la diagonal del alfil. La pregun...
Muera quien tiñe el asfalto de sangre tibia y espesa, muera el chacal que de un salto se apodera de su presa, muera quien humilde besa
Entrando en ti, cabeza con cabeza, pelo con pelo, boca contra boca: el aire que respiras –la fijeza del recuerdo–, respiro y en la poc… luz de la tarde –rayo que no cesa
No acudas a linimento, alcanfor, miel o saliva, que atenúen el momento de más ardor. No se esquiva con ardid, ni se deriva
Los prospectos turísticos siempre tienen razón. La prueba: esta frase, leída en un folleto rojizo, de tipografía brumosa: «Dejarás a Benarés, pero Benarés no te dejará. Algo en ti, aden...