Existe una sensación y unas preguntas, ambas dan miedo y se con mucha certeza que las preguntas duelen más que la sensación.
Esa sensación de pérdida, cuando sientes que estás perdiendo a esa persona, la persona que en su tiempo te saco mil sonrisas, carcajadas y emociones infinitas. Sentir que pierdes a esa persona duele mucho, pero duele más cuando no sabes la razón y empiezas a preguntarte, ¿Porque?, ¿Hice algo mal?, ¿Le molesto algo?, ¿Es mi culpa? Y así siguen y siguen surgiendo más preguntas una por otra sin respuesta alguna, y tu quieres responderlas pero sabes que la única manera es acercándote a el y preguntándole ¿que pasa?, pero eso es más difícil que todo lo anterior, porque puede que nunca hayan hablado del tema o no exista una discusión por la cual simplemente se hayan dejado de hablar igual o que sus miradas enamoradas se convirtieron en miradas con dolor o porque ya no comparten el mismo tiempo juntos y llegan hasta el punto de ignorarse solo por querer evitar una conversación, una que es indispensable porque ambos quieren saber y comprender porque de un día para el otro ya nada es igual, saber si fue por un chisme, algo que le molesto o ya no sienten lo mismo. Todo esto lastima mucho y mientras pasa el tiempo esa herida se abre más y surgen mas preguntas sin respuestas evidentes. Pero como hablarle, como me hacerco a él si hace un tiempo que no tenemos una conversación que pase de un “Hola” y sabemos que es necesaria, que es una conversación convertida en tormenta que tarde o temprano tiene que llegar y no se va a poder evitar que se encuentren sentimientos, que de pronto nos destruyan por dentro en su momento y así sacar el último suspiro por esta relación, en ves de seguir alargando más la situación sin saber que va a pasar, causando más y más dolor.
Esa sensación y esas preguntas no se quitan solas, necesitan de una tormenta de sentimientos y de palabras.