Eterno ayer.
No encuentro inspiración más que en la semiótica de tu lengua relatando besos en los oídos
De mi piel
Piel sellada por tus pulgares
Horadada por tus huellas dactilares
Hecha cenizas por tu fuego
Juego a que te vas, algún día de este abismo
Mientras tanto me conformo con el cortejo de tu fantasma
Con él convivimos aquí
Y bastante justicia te hace
El me acompaña cuando no pienso
Cuando quema la memoria
Y por la noche me ahoga con tu almohada
Cruel asesina la nostalgia
Que a herida abierta me sangró
Cuando con palabras tu vil orgullo me rasgó
Debes saber que aparto la mirada cuando me visitas en los sueños
Prefiero despertar en la pesadilla
De creer oírte
Aunque sereno, sólo es tu voz
Que sigue haciendo eco en los pasillos
De este estúpido calvario
El sol no sale hace más de un siglo
No encuentra horizonte
Desde que tu mirada tibia ofusca mis rincones
No necesito de su luz
Habito en el ocaso de tu sombra
Descanso en los recodos de tu risa
Lamento de mi soledad
Látigo anestésico
Del cáliz de tus labios
Con el cuerpo amalgamado
A tu kilometraje
Penetra mis cavidades buscando alojo
Pidiendo auxilio
Esta angustia rancia y absurda
Y una sádica promesa
de no dedicar fonemas en tu honor.
¿Presenciaste alguna vez
a las palabras suicidarse?
Su cadáver es silencio.
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