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En surcos

Parece que la divinidad se mueve en los intersticios de lo escrito. Cada letra es un cuerpo a punto de hundirse en la blancura. ¡Mira!, una diosa danza entre alfas, entre omegas. Pero, parece que se nos oculta, la perdemos de vista entre palabras.

Y solo palabras quedan.

Dejamos de escuchar el silencio en que se empañan sus voces.

Liban las diosas en los campos de lo escrito. Convocan su presencia los aromas, los poros impregnados de humedades. Entre vapores, se escuchan suspiros en tono imperativo:—Acércate—, zumba su perfume;—Ven—, susurran sus alas aromáticas: la diosa llama a la diosa entre estos vestigios surcos /: rastros de danza.

Besa su cuerpo estambres en los verbos; ya untada de su polvo, irregular, parte la diosa a fecundar cercanos sustantivos / adjetivos /: copas abiertas a la gravidez de las semillas. No hay Mensaje, hay un ecosistema que mantiene en pie el abismo germinando en él flores silvestres: los sentidos.

Por querer ver el Movimiento, insistes en descorrer el velo en que ondulan los grafemas de esta tela de discurso.

Qué importa si su atisbo se te escapa.

del tema al rema, allí está la divinidad,
que calla significaciones.

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