#Españoles
Aquí contra mi piel el soplo de tu respiración dormida Y al otro lado afuera El susurro del viento errante por… Que trae de los trasfondos la efus…
Quisiera haber nacido de tu vientr… haber vivido alguna vez dentro de… desde que te conozco soy más huérf… ¡Oh! gruta tierna, rojo edén caluroso.
Está ya oscurecida la hermosura; los árboles desnudos se mecen en la sombra, y un gran silencio vela suspendido… En brazos de la noche
Algo debe morir cuando algo nace; debe ser sofocado, y su sustancia chupada para ser riego o lactancia en que otro ser su urgencia satisf… No habrá otra hora pues en que te…
Tu carne olía ricamente a otoño, a húmedas hojas muertas, a resinas… a cítricos aceites y a glicinas y a la etérea fragancia del madroñ… Hábil como una boca era tu coño.
Tus ojos que no vi nunca en la vid… turbarse de deseo, ni saciados dormirse tras la entrega, ni extra… mientras gimes loca y sacudida; tu oreja, dulce concha adormecida
Si te busco y te sueño y te persig… y deseo tu cuerpo de tal suerte que tan sólo aborrezco ya la muert… porque no me podré acostar contigo… si tantos sueños lúbricos abrigo;
Otra vez en tu fondo empezó eso... Abre sus ojos ciegos el gemido, se agita en ti, exigente y sumergi… emprende su agonía sin regreso. Yo te siento luchar bajo mi peso
me pregunto por qué a veces esta piedra en la dentadura que no deja salir a gusto mis palabras cuando se disponen confiadas a brotar hacia ti a correr más frescas que las cascadas de a...
No volverá como el calor que el pan exhala, esta mitad ya de tu vida, no volverá a entibiarte aquella sa… que ya corrió.
Hundido el rostro en tu cabello, a… el sofocante aliento de la noche que allí estancado humea y flota c… Todo el inmenso espacio pesadament… sobre esta tibia tierra adormecida…
Una mancha de miel tiñe la luz Al tocar la ciudad Que aun dormida elabora Desde aquí arriba Se la ve desbordar
Di si eran éstas las palabras Míralas bien Córtalas con cuidado Y vamos a guardarlas Sepultadas debajo de la casa
En la noche por fin, sombrío oasis de los tórridos arenales del día, largamente, me he sumergido, y he disuelto la sal de la tristez…
De la mañana a la tarde me consumes, sol; me secas con tu gran ojo sin alma; pero así la noche al fin halla en mí el duro carbón