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La posesión de Rosa

“Dios tiene la intención de que parte de nuestra preparación para el cielo sea una vida de guerra contra el infierno. Él lo llama una “buena milicia” (1 Timoteo 1:18)
El Padre Lois Morning había comenzado con la rutina del exorcismo. En la habitación contigua se encontraba Rosa, quien había sufrido la desavenencia de estar posesa. Ella ya no tenía conciencia de que en su camino la oscuridad había violado su alma. Con la vista en el horizonte y rezando el “Ecce Crucem Domini”,El padre Lois, Jenkins, un sacerdote de la orden de los jesuitas y el comisario Orban marchaban a lo que para ellos era la batalla final.
El cuerpo de Rosa mostraba una suerte de violencia física, marcas como hechas con lápiz en su rostro, surcos y un mandala en sánscrito en la frente. Para hablar con toda sinceridad, ya había dejado de ser aquella moza de buen corazón y mirada sincera. Los días que estuvo sometida a varias sesiones en el exorcismo y no comer ni beber durante días habían dejado su cuerpo plagado de marcas y vericuetos,
En la habitación un frío extremo recorría los rincones, como si todo estuviera en un freezer. La puerta soltó un chirrido al abrirse, El padre Morning y su séquito de dios se abría paso en ese recinto, una sala de espera al infierno. Los ojos de Rosa se abrieron amarillos como un sol opaco, y soltando una carcajada tétrica dijo:
—Lois, otra vez tu y esas sanguijuelas?...Ya lo intentaron casi una semana y nada ha sucedido, porque creen que hoy será diferente?—
—Criatura de la oscuridad, engendro del diablo, hemos renovado la fe y nuestras fuerzas, mientras tú te debilitas!—
—¡Por el contrario!...me hago más fuerte en el dolor! Jajá!—
—Ente oscuro, vinimos a sacarte del cuerpo de nuestra hermana, Rosa. Ser de la oscuridad, dinos tu nombre!—
–jajaja!...soy Rosa, la coqueta, la más puta de toda la comarca!..jajaja!– Decía en demonio, mientras se retorcía como un pez en el mar por la cama, mientras el sacerdote y el policía la sostenían con todas sus fuerzas.
–¡Dime tu nombre, engendro!– Le gritaba el padre Lois, mientras le tiraba agua bendita.
–¡Somos un enjambre....somos LEGIÓN!– Gritaba la entidad retorciéndose y quedando rígida como acalambrada, en una suerte de pantomima de ser humano arácnido, y se meaba y se cagaba, mientras a los ayudantes se le hacía casi imposible la tarea.
—¡No soy yo quien te lo pide, es Cristo en la cruz que te obliga, el María en sus lágrimas, es Dios, el todo poderoso en persona, quien te obliga!...dime tu nombre!—
El vástago del diablo ya no podía resistir los embates divinos y el agua le quemaba la piel como lava ardiente. Gemía, se doblaba, se contorsionaba como una víbora y emitía sonidos guturales y maldecía en diferentes lenguas.
—Aamon, soy Aamon, maldito cura infeliz, maricón... te maldigo!—
—Aamon, ya sabemos quién eres, la luz de Cristo ilumina ahora el alma de nuestra hermana Rosa, besa la cruz y vete, abandona este cuerpo!—
Acto seguido, aquel cuerpo deforme besó la cruz, y de a poco fue volviéndose Rosa, quien nunca supo que había pasado.
–Mi labor aquí ha terminado– Dijo el padre Morning, mientras sus ayudantes estaban exhaustos.
A la semana una carta de agradecimiento apareció en la eucaristía de la iglesia del padre Lois, dando las gracias y haciendo una analogía  entre el nombre “LOIS MORNING” que significaba “Luz de Mañana”. Hoy en día Rosa vive en El Paso, Texas y es la feliz abuela de dos: Luisa y Ramón.

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