Todo niño es un artista, nace con el sol en las manos, pinta mundos sin fronteras, sueña en colores sagrados. No teme al lienzo en blanco,
Las luces del semáforo arden verde… como si el mundo quisiera decirme… Pero mis piernas pesan, cemento y sudor, calles que nunca terminan de abrir…
Mamá, vamos juntas a pescar, pero en vez de peces, flores del m… Con nuestra red hecha de sol, atraparemos colores en un caracol. Las olas nos cantan con dulce rumo…
En cada brisa viene tu fragancia, el eco tibio de tu voz callada, memoria dulce, herida no olvidada, que en mis pupilas vuelve en nosta… Las horas mueren, dolor que resum…
En el borde del día se descuelga la luz, como si alguien hubiera olvidado cerrar del todo la ventana. La brisa apenas existe.
Horas calladas de fuego oculto, donde el cielo suspira un azul inc… Los días llevan murmullos rotos, eco distante de un ayer desierto. El viento juega con hojas cansadas…
En los pliegues del viento, duerme la tinta dormida, susurros de un tiempo ido que el alma nunca olvida. Las letras, aves sin nido,
Es un dios de humo, un altar sin fe, un incienso roto, un falso porqué. Es credo en la brisa,
Usted es un trozo de pan, calientito, recién hecho, con el alma generosa y el amor en cada gesto. Tiene un corazón tan grande
Ponsetias rojas, joyas del inviern… encienden luces en campos serenos. Sus pétalos, al sol que es dulce y… despiertan calmas en vientos ajeno… Guirnaldas vivas, su gracia despli…
El viento hila su costura en los p… una luz difusa cae sobre el tejado… como si el mundo olvidara sus cont… Camino entre muros gastados, las huellas de otros pies se pierd…
Le di un celular a mi abuela adorada, y en menos de un día se volvió viral, grabando recetas
En la esquina gris del patio frío, se esconde un niño de alma herida, con su sombra juega al desvarío, con su pena canta sin medida. Nadie escucha el eco de su risa,
El elefante equilibrista Un elefante en la plaza quiso hacer un gran truco, se subió sobre una taza y se quedó medio chueco.
Lo guardamos en el pecho como un huésped que no avisa, y aprendemos a mirarlo sin que rompa la sonrisa. Lo nombramos en susurros,