Octubre /23/2014
Así, se nos va la vida. Así, nos llega la muerte...
La carne muere, envejece y nos duele como los años. El alma, siempre viva, nos impide morir.
Siento tu risa como ese eco distante que se aleja en la frialdad de cada invierno. Y tu voz...
Olor a lluvia, soledad aparente. ¡Cantan las aves!
Amanecer en un día nublado; nos hace verlo, como el sutil frescor que nos regala el cielo.
Fresca y ligera te refugias del sol y del mal viento. Con tu belleza húmeda, esparces la pureza.
Es como el tiempo, que plasmado en la piel, ¡se paraliza!
Hoy siento como nunca la partida de los que ya no están. Son esos días extraños en que nota… que nos falta todo, en que nos cue… respirar, o simplemente se impone…
Cae la tarde y me sorprendo contemplando el ocaso del día, cuando una brisa fría y húmeda me estremece.
Lo irrealizable, lo imaginario o lo fantástico, es una posible utopía. Para mí,
Añoro, la guitarra el silencio y tú... Quimera
¡Pasan los días! Lentos, implacables con esa letanía que se convierte
Tanta nostalgia anclada en el recuerdo. Vid goteando, y el río desbocado en su frío deshielo.
¡Mi padre amado! te recuerdo y te extraño con gran nostalgia. En tu última mirada, no pude estar contigo.
Cuando el instante, la casualidad o el amor se acoplan; entonces, viviremos, entonces, ¡Naceremos!