Estoy tan lejos... pero tan cerca,
con las manos empapadas en ríos de tinta,
mientras el mundo vitorea banalidades.
Yo sigo aquí, distante,
en un rincón donde la poesía no se mide por camaradería,
sino por el peso de cada palabra que sangra.
Los secuaces de la falsedad
lamen las botas de los emperadores de mal verbo,
ignorando que la verdadera poesía nace de las entrañas,
no de la moda, ni del disfraz del ego,
ni de los elogios vacíos, ni de trofeos de cartón.
Sí, estoy lejos,
atrapado en esta red,
como una telaraña que no solo atrapa la ignorancia,
sino que la alimenta, la exalta,
y la difunde como si fuera oro y aplauso.
Estoy tan lejos y tan cerca,
cerca de esa ventana llena de humo,
donde los versos baratos
se ofrecen como “Best sellers,”
mientras el verdadero poeta
deja su alma impresa en páginas de un desván oscuro.
Lucha, capeando zancadillas,
perdidos en esta red absurda,
donde la fama devora la verdad
y el brillo falso eclipsa el fuego del verdadero poeta.