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Un mar de palabras de la infancia (Poem)© 2021

La fina piel de la cáscara

Me sumerjo en un mar de palabras
para expresar las dubitativas ideas de bermellón intenso,
palabras de infante recordando los claveles
que en la plaza de la compra robaban al florestero.
Subía la cuesta de Puerto Llano al lado de la Plaza de Colón,
atraído por ese olor a churros y pan recién hechos.
Y en la calle clavellinas, un escalón prohibido,
son las damas de la noche, que por el día era una incongruencia,
mientras que comíamos churros, tendían sus ropas del balcón.
Las Marías discutían mientras un batallón de imberbes. raudos al colegio
oían a aquellas dar pábulo a los discursos entre ellas sin ninguna discreción.
Qué extraño era todo, si lo piensas desde este tiempo,
y al lado el salón de actos de un banco, de los del dinero,
donde años más tarde daba yo conciertos.
A veces lo pensaba: ¡qué rara situación! mientras yo canto
un villancico de Juan del Encina o entonaba una cántiga del décimo,
al lado de aquel escenario, rosas margaritas y brutos con barrigón,
entonaban una mono tono y monótona canción, solo tenía dos versos:
chiqui chiqui
aah, aah.
A veces tenían tres, siendo la última: ¡que me voy!
Yo que quieres que diga, no le veía la rima, ni gracia que me hacía,
yo llevo una semana ensayando y ellos en un solo día...
Pero sucedían mas acontecimientos y si ponías el oído, mientras comías
esos churros con chocolate que me traían por la calle de la amargura,
allí estaban las Marías, que si anoche vi al fulano y después al mengano.
Yo, con la edad que tenía, no entendía nada y emprendía la marcha,
pasaba por un teatro de renombre y tronío de Gran su titulación.
Siempre cerrado por el día y, por la noche de gente no se cabía,
En una calle empinada de escalones como rellanos de anchos,
en su nombre tenía la gracia, Calle Alza Piernas.
Un aroma que nunca se olvida a pesar de tener al lado un lazareto,
una ciudad de libro se alzaba con tronío presidiendo el paseo.
Qué ironía desde este lado si lo pienso, pues años más tarde,
de mi gala hice alarde, en el Gran Teatro lleno hasta el balcón.
Que si Doña Manolita o a bebe a beber y a beber las copas de licor,
otro preguntaba ¿Dónde vas con mantón de manila?
No, no era Madrid, Era una compañía. Qué tiempos de bermellón intenso,
de niñez inocente en calles sin coches ni madres con preocupación.
¿De qué preocuparse había?, pues a la hora de comer, como un clavo acudía.
No había WhatsApp, bueno sí, se lo inventaron las madres cuando asomándose al balcón
en toda la calle se oía: Manolito, venga que ya es la hora. Y Manolo subía.No había redes sociales, sino bandas y pandillas.
No había videojuegos sino soldaditos de plomo, ¡Ah y el Jéiperman! o el balón.
Ahora mi pasión, era la parte antigua, con sus palacios, sus torres, sus balcones.
Al medievo te transportabas y yo miraba todas las torres desmochadas,
menos una, que por ser mas que nadie, Doña Isabel II de una rabieta, desmochó.
Ya le vale a la arpía, pues de católica presumía y era un demonio matón.
Muchos recuerdos se me quedan, tantas vivencias y, mírame ahora,
en un pueblecito pequeño he rehecho mi vida,
pero no me arrepiento, porque pensándolo sentado en mi sillón,
dos tesoros he concebido, mis niñas que me roban el corazón.
 
Poem and Rhápsosy
la fina piel de la cáscara
Alfonso J Paredes
SafeCreative/CopyRigy1 © 202
CEDRO

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