Alma Mojica

La Paradoja de la Existencia: Entre la Luz y la Sombra

El deseo de ser invisible y el deseo de ser visto: la curiosa contradicción del ser humano. Quiero que observes mi grandeza, pero no mis cicatrices. Quiero que me veas fuerte, no las veces que le rogué a Dios que tuviera piedad.

Anhelamos ser reconocidos por nuestra fortaleza, pero no por aquello que la puso a prueba. Queremos que el mundo vea cómo salimos de la oscuridad, no la oscuridad misma.

Pasamos la vida luchando contra nuestras sombras como si ese fuera el propósito: combatir las partes más sombrías de nuestra humanidad. Tememos aceptar la depresión porque nos haría parecer débiles frente a los entusiastas. Tememos salir lastimados porque nos haría parecer frágiles ante los fuertes. Tememos amar porque nos haría vulnerables ante quienes desconocen el significado del amor. Tememos mostrarnos auténticos porque eso nos haría indefensos ante los insensibles.

Así vivimos, atrapados entre lo que pretendemos ser y lo que realmente somos. Nos obsesionamos con escribir una historia de superación, cuando en realidad solo estamos viviendo una existencia común, tan humana como cualquier otra.

Atravesar momentos oscuros es parte de la experiencia de estar vivos. Ningún ser humano puede comprender plenamente la luz sin antes haber conocido la profundidad del abismo.

A ese problema que parece no tener final, a esa relación que parece hundirte sin remedio, a esa depresión que parece infinita, a ese vacío insondable... La verdad es que la vida no tiene un fondo definitivo. No hay un “hasta aquí”. No existe un “lo he aprendido todo”.

Algunos han conocido más sufrimiento que alegría, lo que les permite saborear la felicidad con más intensidad cuando finalmente la encuentran. Otros, afortunados desgraciados, han vivido en la abundancia de momentos felices, pero su alma nunca se sacia del todo.

La vida sin fondo es así: un punto suspendido entre la luz y la oscuridad. Por alguna razón, nuestras almas han elegido experimentarla... Y no hay más remedio que vivir aceptando todos sus vaivenes.

—Alma Mojica

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